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Por Andrea Caraballo*
“… Es muy doloroso para decírtelo, pero se ha llegado a analizar y a decidir que por la tierra vale la pena dar la vida.”
Estas son palabras de Carmen Santiago Alonso, más conocida en los pueblos de su zona y entre las organizaciones sociales como Carmelina. Se identifica como zapoteca de los valles centrales de Oaxaca, México, y desde hace quince años es parte del equipo fundador del Centro de Derechos Indígenas Flor y Canto, organización que trabaja en la resistencia a la mina ubicada en el municipio de San José del Progreso, perteneciente al distrito de Ocotlán, en el estado de Oaxaca.
Se trata de una mina que tiene muchos años de haber sido explorada, de donde se ha extraído oro y plata. Esto inició hace más de cuarenta años, pero desde el año 2009 se reinició la exploración a través de la empresa Canadiense Fortuna Silver, que tiene treinta concesiones solamente en esa región.
¿Qué riesgos trae la explotación minera en su región?
Nos llena de profunda preocupación, porque sabemos bien que estas empresas mineras, para poder obtener el metal ya purificado, limpio y listo para la venta, requiere de millones de metros cúbicos de agua, con la consecuencia de dejar sin agua a los campesinos agrícolas pobres de esta región, sin poder obtener el agua para sus cosechas.
Lo que sucedió es que involucraron a las autoridades, tanto civiles como agrarias, en este asunto de la explotación minera.
¿Cómo involucraron a las autoridades?
A través de comprar sus conciencias, a través de sobornarlos con recursos económicos fueron ganándose la confianza, a través de regalías, de engaños ellos compraron tierras en este lugar; esto fue a través de soborno, engaño y manipulación a las autoridades.
Poco más adelante también les vertieron recursos para poder pavimentar las calles, para darles atención a las amas de casa, a las madres solteras, y a través de la elaboración de trípticos han hecho que la comunidad crea que lo que esta empresa trae es el progreso y va a darles empleo.
¿Y que pasó con estas promesas?
Todo eso no ha sido cierto y ha provocado una desestabilización interna en San José del Progreso, porque hay gente que le cree a la empresa que va a traer el progreso entre comillas, pero también hay gente que dice no, porque ha analizado que corre el riesgo de una desintegración.
Estas empresas han trascendido, han ganado la confianza de las autoridades a través del soborno y hacer que las comunidades crean que va a ser un beneficio; entonces en la región hay una división. Esto está causando un conflicto muy fuerte que está trascendiendo a otras comunidades, y a nivel regional también.
Quiero decirte que toda esta situación ha provocado enfrentamientos.
¿Cómo son éstos enfrentamientos?
Primeramente la comunidad se enfrentó, porque para poder evitar la explotación ellos tomaron una acción muy importante… Cerrar filas y protestar; se unieron en el año 2009 para cerrar la mina… La cerraron; estuvieron ahí plantados —yo creo que mas de treinta días—, hasta que fueron desalojados violentamente y metieron a la cárcel a muchos compañeros; y a la cual también se solidarizaron comunidades vecinas, que tienen la capacidad de organizarse en acciones concretas que van hacia la defensa de los recursos naturales. Entonces el impacto ha causado problemas fuertes.
Ha habido enfrentamientos entre las comunidades; el bienestar social no lo vemos, sino que vemos que es una explotación irracional de los recursos naturales, una afectación al entorno.
¿Qué han aprendido con esta experiencia?
Se ha aprendido primero a organizarse, porque estaba todo desarticulado. De la formación y la información se vino la organización, y como organización el resultado es muy importante; es dar a conocer la situación y darnos cuenta de que para tener fuerza debemos articularnos con otras organizaciones y con otros movimientos.
Pero también se ha aprendido algo muy valioso: el respeto a la naturaleza; durante estos años también se han recobrado, a través de las diferentes ceremonias, el valor sagrado que tiene la tierra. Nosotros aquí reconocemos a la tierra como mamá, la madre tierra, porque de ella viene toda la alimentación, ella nos ayuda a producir todo lo que nosotros necesitamos para vivir y hemos aprendido que necesitamos respetarla y saber que tenemos derecho, como ciudadanas y ciudadanos, de demandar.
Derecho a la consulta y a la información; que las diferentes instancias del gobierno federal y estatal tienen la obligación de informar y consultar antes de tomar decisiones. Se ha iniciado formación a las comunidades, han aprendido a organizarse, a articularse en acciones entorno al cuidado y la defensa, y también reconocer este recurso: la tierra como un recurso sagrado — como te acabo de decir— que merece respeto.
¿Qué acciones están tomando en los pueblos?
Y que, pues, vale la pena incluso; es muy doloroso para decírtelo, pero se ha llegado a analizar y a decidir que por la tierra vale la pena dar la vida. Por la madre vale la pena dar la vida y varias, muchas comunidades están en esa disposición incluso de dar la vida.
Volver nuestra mirada hacia lo sagrado, que son nuestros recursos naturales; sagrados, porque fueron hechos por nuestros dioses que pensaron en nosotros, y nosotros, sus hijos, debemos ser también respetuosos de todos estos recursos, cuidarlos, protegerlos, platicar con ellos, darles las ofrendas que ellos merecen. La madre tierra merece una ofrenda.
No dividirnos, tener mucho cuidado, porque hay muchos hombres con sus corazones, pues, enfermos de poder, que van a llegar o están llegando a nuestras tierras. Allá con ustedes están llegando también, pero es más grande nuestra fuerza. Si nos unimos todos los pueblos y si devolvemos nuestro cariño a la madre tierra, ella y nosotros podremos hacer una gran fuerza y defender. Defender para que no sea violentada la madre tierra, para que no sea violada por manos y por maquinarias de otros lugares, de otros pensamientos. Nosotros, como pueblos originarios, como pueblos indígenas, como pueblos que nacimos en esos lugares tenemos un deber que cumplir y es cuidar esta casa grande, este planeta grande, porque vendrán otras generaciones y nosotros tenemos el deber de tenerles sus espacios de vivir y vivir bien. Que no se aprovechen de nuestra pobreza, sino nosotros hacer manifestar nuestra riqueza cultural que tenemos como pueblo.
¿Qué mensaje le darías a otras personas en otros lugares que están luchando contra la Minería?
Pues quisiera mandar este mensaje para quienes están en torno a la mina de Aratirí, en Uruguay. Hermanas, hermanos, urge organizarnos, urge articularnos y urge regresar la mirada y los oídos, los corazones hacia nuestra madre tierra para defenderla y no permitir su explotación, para también hablar con los jóvenes y con los niños, que es muy importante defenderla. No desmayen… No desmayen y no descansen. Sigan caminando, sigan articulándose, porque la defensa y el cuidado esta en nuestras manos, es nuestra responsabilidad y no podemos permitir que esta explotación que se está llevando a cabo, que pretenden despojar de un recurso y violentar nuestra madre tierra… No la podemos permitir. Pero solamente es a través de la organización y la articulación.
Va desde aquí nuestra fuerza, va desde aquí nuestros conocimientos y nuestros reconocimientos a su lucha. Sigamos adelante; vale la pena luchar hoy en día por defender nuestra tierra y nuestro territorio. Nuestra tierra que es nuestra mamá.
Para saber más del trabajo de Carmelina y del Centro de Derechos Indígenas Flor y Canto, pueden entrar a la página en internet del Colectivo Oaxaqueño en Defensa de los Territorios: http://www.endefensadelosterritorios.org/
* Andrea Caraballo es coordinadora del Colectivo C.A.S.A. con sede en Oaxaca, México y miembro del Colectivo Contraimpunidad en Montevideo, Uruguay.
Correcciones: Ana De León y Natalia Castelgrande.