x carolina
“ . . .Tengo fe en ustedes ––pues son como mi familia que no se vence–– y en que pronto recobre mi libertad. Pero también tengo coraje porque mientras yo estoy aquí, encerrada por luchar y defender mi vida de un agresor, ahí afuera hay un cabrón paseándose como si nada hubiera hecho. Yo le pido al Tribunal Superior de Justicia que me brinde mi libertad porque yo amo a la vida; por eso luché y por eso estoy viva, y la quiero vivir y gozar con mi familia y la gente que quiero. Quiero creer que la justicia sí existe para las mujeres en mi ciudad y que existe en nuestro México. Si ya luché por mi vida ahora lo haré por mi libertad y quiero que me sigan apoyando, porque ahora al apoyarme a mí, apoyan también a sus hijas. . .”
Estas palabras de Yakiri Rubí Rubio Aupart fueron leídas al final de la marcha que llegó al Hemiciclo a Juárez desde el Ángel de la Independencia el domingo 29 de diciembre para exigir la libertad inmediata de la joven injustamente encarcelada durante veinte días. Durante la tarde, los familiares denunciaron muchas de las injusticias en el caso, y varias mujeres respondieron a la invitación a expresar sus pensares y sentires. Sus comentarios solidarios reflejaron distintos puntos de vista pero dejaron en claro que el trato dado a Yakiri refleja la situación de violencia, feminicidio e impunidad padecida por miles de mujeres diariamente en el país y en el mundo.
No cabe duda que Yaki se encuentra presa por atreverse a vivir. La joven de 20 años no pudo evitar que dos hombres brutales la llevaran en contra de su voluntad a un hotel donde la violaron. Pero cuando Miguel Ángel Rodríguez Anaya intentó asesinarla con un cuchillo, ella logró torcer su muñeca con el resultado de que el cuchillo quedó clavado en su yugular. Debido a su muerte, Yaki ahora enfrenta cargos de homicidio calificado, a pesar de que fue ella quien sufrió la privación ilegal de su libertad, violación, y tentativa de homicidio. Y el otro violador, Luis Omar Rodríguez Anaya, anda libre.
“Mancera, entiende. Yaki es inocente”, gritaron cientos de personas. Las leyendas pintadas en pancartas o cuerpos decían: “Libertad inmediata para Yaki”, “El derecho a la legítima defensa también es de las mujeres”, “Justicia”, “Nada justifica la violencia sexual”, “NO es NO”, “Defender nuestra vida no es delito, Yaki libre, todas libres”, “La violencia machista es un crimen, que te encarcelen por defenderte también”, “Machete al Machote”, “A las mujeres que se defienden ––aplausos, respeto, apoyo, admiración. NO CASTIGO. Yakiri no estás sola”.
Antes de salir del Ángel, la mamá de Yaki dijo lo siguiente en entrevista:
“Hola, yo soy Marina, la mamá de Yakiri, y con respecto a su situación dentro del penal, ella está muy contenta por todo el apoyo que ha recibido de la gente y por las cartas que recibió. Ahora está en el penal de Tepepan en donde ya está más tranquila, un poco más protegida y donde le han tratado un poco mejor. Ya tiene diez días ahí”.
Al principio estuvo en el penal de Santa Martha, donde varias mujeres la golpearon duramente, incluyendo una que se dice “hermana del occiso”. Pero, dice Marina, “ya investigando a esta chica, sabemos que no tiene nada que ver con él, simplemente le dieron algo como cincuenta pesos por golpear a mi hija. Esa mujer tiene cuatro nombres diferentes con los que ha ingresado al reclusorio, pues ya tiene una vida delictiva, entonces se prestó para esto”. Pero aparte de esto Yaki ha sido amenazada por otras internas a quienes también se les había dado dinero y ya no estaba tranquila. Después de poner una denuncia ante la Comisión de Derechos Humanos, la trasladaron a un área de protección en donde estaba con candado y sólo podía salir custodiada por tres personas.
“Su detención y encarcelamiento ha sido un choque muy grande para nosotros”, dice Marina. “Ella pasó de ser de víctima a victimaria porque llegó denunciando una violación y un intento de homicidio, y debido a que los tipos que le habían hecho esto eran vecinos del propio ministerio público de la Agencia 50, ahí cambió su situación jurídica. A ella jamás le mencionaron que estaba detenida. Simplemente la dejaron ahí más de diez horas incomunicada. Nunca le permitieron una llamada para comunicarse con su familia. No le dieron de comer. La tuvieron así. Por fin ella pudo mandar de su propio celular un mensaje a una amiga y fue cómo empezó a correrse el rumor de que ella estaba detenida. Así nos enteramos nosotros hasta el otro día. Ella entra al Ministerio Público el día lunes 9 a las 10:30 de la noche, y nosotros nos enteramos hasta el martes a las 11:30 de la mañana”.
Al principio se negaron a acreditar la violación a pesar de las fotografías y otras pruebas que incluyen cortaduras profundas, lesiones y graves heridas que ella sufrió durante el ataque. No hubo atención médica en cuanto a las lesiones que ella ha tenido en cuanto a la violación. También traía una herida en el brazo de doce centímetros con dos capas de profundidad, y un paramédico le hizo una sutura mal hecha que se le infectó y todavía está sufriendo de esa herida. No le dieron anti-retrovirales, no le dieron la pastilla de las 72 horas. No hubo atención.
Hasta diez días después es cuando se integra la averiguación previa de la Fiscalía de Delitos Sexuales y es que ya empiezan a tomar cartas en el asunto. Ahora sí, está bien acreditado que hubo una violación.
“Hemos estado con ella todos los días de visita, que son martes, jueves, sábado y domingo. Ahora ella está más tranquila. Nos gustaría agradecer a toda la gente aquí apoyándonos, que nos ha apoyado desde el principio. No tengo palabras. Como la mamá de Yaki me siento muy bendecida. Jamás esperamos que la respuesta de la gente fuera así de grande. Yo estoy muy agradecida”.
Entre las personas que hablaron durante la marcha están Norma Andrade, fundadora de Nuestras Hijas de Regreso a Casa, y su nieta Jade, quienes siguen exigiendo justicia para su hija y madre Lilia Alejandra y todas las mujeres asesinadas en Cd. Juárez; Sergio Ferrer, quien pidió apoyo por la libertad de la presa política Nestora Salgada de la Policía Comunitaria en Olinalá, Guerrero, y familiares de los jóvenes desaparecidos en el caso del bar Heaven. Dice una de las mamás que los restos supuestamente encontrados no eran de sus hijos y que no han tenido apoyo alguno en encontrarlos.
La situación actual de Yaki nos recuerda otros casos de mujeres que se han defendido contra la violencia, incluyendo el caso actual de Marissa Alexander en el estado de Florida, EUA —sentenciada a 20 años en prisión por dar un disparo de advertencia a su esposo abusivo que la estaba atacando y amenazando a matarla. Después de pasar más de mil días en prisión, Marissa fue recién liberada bajo finanza para seguir peleando su caso. A principio de los años setenta, el apoyo público fue un factor clave en ganar la exoneración de Inez García y Joan Little, dos mujeres que mataron a sus violadores, también en Estados Unidos.
En la marcha por la libertad de Yakiri, su papá José Luis Rubio dijo al salir del Ángel que en una sociedad marcada por el desprecio y odio a la mujer, donde los feminicidios están en aumento, “hay que querer a nuestras hijas. Hablo de todas nuestras hijas en México y el mundo. Y cuando ellas se ven obligadas a defenderse, hay que defenderlas”. Explicó que le había costado trabajo aceptar que su hija es lesbiana, pero que ahora admira su valor y se siente muy orgulloso de ella. “Yaki ahora no sólo es hija de nosotros, sino de todos ustedes. Liberemos a Yaki!”
Al final de la marcha, José Luis demostró lo absurdo de la acusación del ministerio público de que Yaki le dio al hombre fornido 16 puñaladas. Preguntó: ¿cómo sería posible que una chica que pesa 47 kilos pudiera darle 16 puñaladas a un hombre de 90 kilos sin que él se defienda? Denunció tanto a los agresores de su hija, “llámense delincuentes o funcionarios públicos” como a la “prensa sabandija” que criminaliza a las mujeres obligadas a defenderse. Pregunta: ¿Por qué tanto odio hacia las mujeres ?, ¿qué mensaje se les manda cuando por defenderse se les encarcela?, ¿por qué deben soportar la agresión sexual la violación y luego pedirle a Dios que no las maten?”
Para cerrar la manifestación, se colocaron flores, pancartas y globos morados y blancos en el Hemiciclo.