x carolina
Cientos de estudiantes de las escuelas normales rurales de Michoacán y de otros estados de la República, agrupados en la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM), llegaron al Distrito Federal el martes 23 de octubre para encabezar una marcha por la libertad de 8 compañeros aún detenidos en la ciudad de Morelia como resultado del violento operativo de desalojo realizado en tres escuelas normales el pasado 15 de octubre. La FECSM también exige la exoneración de otros 41 compañeros ahora liberados bajo fianza, castigo a los policías estatales y federal es, destitución del gobernador Fausto Vallejo Figueroa, y un alto a la reforma curricular empresarial impuesta en contra de la voluntad de los estudiantes.
Los manifestantes marcharon desde el Ángel de la Independencia hasta Gobernación, junto con el magisterio de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), integrantes del #YoSoy132 de varias facultades, estudiantes de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), el Movimiento de Aspirantes Excluidos de la Educación Superior (MAES), el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT)de San Salvador Atenco y el Frente Popular Francisco Villa Independiente (FPFVI), entre otras organizaciones.
Un acto de solidaridad significativo fue la toma de la casa del gobierno de Michoacán en el DF durante unas horas por alrededor de 40 jóvenes del movimiento #YoSoy132.
Una parte de las reformas educativas neoliberales en México ha sido la clausura de las escuelas normales, las cuales han sido centros donde los hijos de campesinos y obreros pueden recibir una educación que impulsa el pensamiento crítico y la consciencia social. Estas escuelas también han sido focos de resistencia desde los días cuando Lucio Cabañas y Genaro Vázquez dieron clases en la escuela de Ayotzinapa, Guerrero, en los años ’60. El 12 diciembre de 2011, dos normalistas de Ayotzinapa fueron asesinados durante una protesta y el pasado agosto, normalistas en Durango fueron agredidos y torturados.
No es una exageración decir que las escuelas normales rurales son una especie en peligro de extinción. En el año 2000 existían 46 en todo el país y ahora solo existen 16. Los estudiantes consideran el plan de estudios actual como parte de una estrategia para convertir sus escuelas en centros tecnológicos. En Michoacán, pidieron una reunión con el gobernador Fausto Vallejo para demandar que intervenga y se dé marcha atrás a la reforma curricular, por lo menos durante un año para dar tiempo de negociar unos ajustes.
Cuando sus demandas modestas fueron rechazadas, los estudiantes tomaron varias casetas de cobra en las carreteras y permitieron paso libre de los vehículos, y también tomaron 20 autobuses y 18 camiones repartidores de mercancías como formas de protesta. Durante el violento desalojo de estudiantes en Tiripetío, Cherán y Arteaga por policías estatales y federales el 15 de octubre, que resultó en masivas heridas, detenciones, humillaciones y abusos de los estudiantes y sus familiares, 16 vehículos fueron quemados, por lo menos 3 de ellos por policías.
Desde este acto de represión, ha habido protestas que han paralizado la ciudad de Morelia, Michoacán y protestas de solidaridad en Oaxaca, Veracruz, Distrito Federal y otras partes de la República.
En la protesta en el DF el 23 de octubre, no hubo un solo vocero de la FECSM, sino decenas de jóvenes mujeres y hombres que hicieron uso del micrófono en el transcurso de la marcha y en el acto afuera de Gobernación para denunciar la agresión criminal y terrorista en su contra y afirmar su compromiso para lanzar “un nuevo día de lucha” para lograr libertad y justicia.
“¿Cuál es nuestro crimen? preguntó una joven. ¡Querer estudiar! ¡Querer prepararnos para darles un futuro a los hijos e hijas de gente que no tiene nada en esta vida! Ésta es nuestra misión. Pero el gobierno pretende desaparecer nuestras escuelas normales”.
“A nosotros nos dicen delincuentes, nos dicen terroristas, nos dicen vándalos porque no nos quedamos de brazos cruzados mientras ellos intentan acabar con nuestras escuelas normales”, dijo un joven. “¿Pero quién destruyó nuestro comedor? ¿Quién nos golpeó con toletes? ¿Quién nos echó gases lacrimógenos? ¿Quién abusó de la gente detenida? ¿Quién robó nuestras cosas? Los delincuentes, los criminales, los terroristas no somos nosotros. Son ellos, los policías”.
El torrente de reclamos siguió: “El 15 de octubre a las 2 de la mañana el gobierno de Fausto Vallejo envió 1500 policías para echarnos fuera de nuestras propias escuelas. Y llegaron bien armados. Fue un acto planeado. Y para que la sociedad no enterara, se llevó a cabo este acto tan cruel en estas horas de la noche. Para que el pueblo no se diera cuenta, para que el pueblo no supiera. Y ahora el gobierno quiere ocultar lo que hizo, fingir que nada pasó, hacer que todo sigue igual. ¡Pero no! No compañeros. No, pueblo. Ya. Es hora que exijamos justicia, exijamos nuestros derechos como gente, como pueblo”.
“En Tiripetío fueron 178 estudiantes detenidos y alrededor de 300 personas lesionadas en ese acto delictivo. Somos estudiantes conscientes. Conocemos nuestros derechos. Exigimos sólo lo que es justo. Exigimos la reparación de los daños que hicieron en las escuelas normales de Michoacán. Exigimos justicia. Todo lo que queremos es justicia”.
“Ya estamos hartos”, dijo una compañera. “En las escuelas de Tiripetío, Arteaga y Cherán las fuerzas federales atacaron a nuestros compañeros. Quieren obligarnos a aceptar su reforma curricular, pero estamos en total desacuerdo que se implemente. Y esta reforma es sólo un paso. Pretenden privatizar la educación. ¿Hasta cuándo, compañeros? ¿Hasta cuándo vamos a seguir con los ojos cerrados? ¡Ya basta con tanta injusticia! Compañeros, ¡exigimos la liberación de los compañeros presos! ¡No nos dejemos vencer! ¡Estamos aquí porque queremos justicia, y por la justicia vamos a luchar!”