[ Sábado 25 de Abril, 2015 Pandillas rivales de los “Bloods” y los “Crips” hacen tregua para enfrentar la brutalidad policiaca en Baltimore, Maryland. ]
por Simón Sedillo
Estuve en Baltimore por casualidad. Me dirigía a Washington DC para asistir a la semana de acción de la organización de Vigilancia de la Escuela de las Américas (SOAW, por sus siglas en inglés). Arribé al aeropuerto Nacional el domingo 19 de abril de 2015: el día que Freddie Gray murió. Mientras aterrizaba, busqué en Google «brutalidad policial, Washington DC, abril 2015» porque, ¿saben?, esa mierda está sucediendo diariamente, en donde sea que vayan.
Encontré algunas historias y luego me acordé de Baltimore, una ciudad que siempre ha formado parte de mis 10 lugares predilectos en Estados Unidos (EEUU) para reventar. Baltimore, como Detroit, Filadelfia, Oakland, Providence, Newark, Willimantic, la Ciudad de Kansas, Ferguson, entre muchas otras ciudades de EEUU, son bombas de tiempo. Estos lugares evidencian la mentira de ese país como olla fundidora de culturas, por lo que realmente es: una olla a presión desatendida esperando derramarse y reventar.
Leí las noticias sobre Freddie Gray y me recorrieron escalofríos por todo el cuerpo. «Mierda… otro hombre negro asesinado por la policía», pensé; esta vez la olla a presión es una ciudad enorme que lleva demasiado tiempo relegada y cocinando. A estas alturas, era cuestión de tiempo. Baltimore iba a explotar. Casi empiezo a llorar en el avión, lágrimas de dolor, de frustración y de apenas un poco de maldita esperanza. Las contuve. «¿Cómo voy a explicar estas lágrimas a los políticos empresarios alrededor mío? –pensé. Trágatelas».
Afortunadamente, mi primer parada fue en el estado de Maryland, con algunos amigos que puedo decir se encuentran en mi lista de sobrevivientes en caso de apocalipsis zombi. Como soldados, los compas me prepararon para hacer lo que tenía planeado en la semana de acción de SOAW, pero además para acercarme a Baltimore, que estaba al borde de hacer historia.
El lunes por la mañana, mi amigo Tomás y yo llegamos al centro de la ciudad para unirnos a quienes marchaban a la alcaldía protestando por el asesinato de Freddie Gray. Pensé que Baltimore explotaría ese mismo día. Sin embargo, quizá la gente no estaba enterada. Tal vez, Baltimore no se encuentra en su mejor momento los lunes por la mañana. Asistieron como 50 personas a la manifestación, donde conocí a un reportero de City News, quien había estado cubriendo esa historia y las de otros casos de brutalidad policiaca. Me dio su tarjeta para mantenernos en contacto, luego dijo que él esperaba que más gente protestara por ese caso. Estuve de acuerdo. Tomás y yo nos fuimos un poco decepcionados.
Durante los siguientes días hacia el fin de semana, Baltimore despertó y gritó cada día más fuerte. Había un rumor de que el sábado 25 de abril sería el clímax de las protestas. Hubo tres convocatorias para múltiples marchas y un llamado para observadores legales y médicos. En mi mundo, eso sonaba a que mucha desmadre empezaría a desbordarse ese día, entonces me organicé para participar en ella con ayuda de mis compañeros de Maryland.
La marcha del sábado fue hermosa. Fue una de las mejores marchas en las que he participado en mi vida. En realidad, ni me gustan las marchas pero esta fue especial; se sintió como el inicio de estar haciendo historia, como si cualquier cosa pudiera suceder. No hubo un sólo policía a la vista durante todo el camino hasta llegar al parque de béisbol Camden Yards de los Oriole, en el centro de Baltimore. Cuando vi que los granaderos protegían una mayoría blanca de aficionados del deporte, me hizo pensar «claro, esto es lo que se protege, la supremacía blanca y el capitalismo en su más fina expresión».
No sorprende que la primera expresión de violencia comenzara con señalamientos racistas de los blancos aficionados a dicho equipo de béisbol hacia los manifestantes negros que marchaban cerca del parque. Esto escaló rápidamente en altercados con la policía, que casi inmediatamente resultó en que jóvenes negros destrozaran las patrullas, estacionadas y desatendidas en el lado equivocado del enfrentamiento. Quizá esta fue una provocación de la policía para convertir una manifestación pacífica en una protesta violenta. Quizá los polis son estúpidos y dejaron sus patrullas en el lugar equivocado en el momento menos indicado. De cualquier forma, hay algo en que los jóvenes negros destrocen patrullas que provocó sonrisas en casi todos los presentes. Baltimore estaba perdiendo el miedo. A la gente le empezó a valer un carajo todo.
Hubo varios enfrentamientos durante la noche que luego resultaron en caos. Yo terminé con un grupo de adolescentes –incluyendo una niña como de 9 años– que decidió separarse del resto de los manifestantes y marchar al centro a romper cosas. Habían botes de basura volteados, ventanas de negocios rotas de locales como farmacias y McDonald’s; además de que se expropiaron botanas y tabaco de varias tiendas de autoservicio. En tres ocasiones, la policía local se acercó en carros sin distintivos para intentar detener a los jóvenes, pero las tres veces ellos lograron escaparse y romper más cosas.
No concuerdo con la violencia sin sentido alguno, pero esto no era así de ninguna manera. Se trataba de gente joven expresando ira hacia un sistema, una sociedad, un país y una ciudad que consistentemente los margina y les niega importancia. Me enamoré de esta pequeña banda destructora. Hasta cierto punto, no pude evitar gritar en conjunto «¿De quién son las calles? ¡Las calles son nuestras!», repetidamente. Esa noche, las calles de Baltimore fueron suyas.
Luego me enteré de que el reportero local que conocí el primer día en Baltimore fue brutalmente golpeado por policías en otro enfrentamiento mas noche. También reporteros internacionales fueron detenidos esa noche. Baltimore se empezó a convertir en un estado policiaco sin garantías constitucionales.
Tuve que regresar a DC para una reunión el domingo. Luego, la mañana del lunes 27, cuando me preguntaron si volvería a Baltimore, dije que no porque tenía un vuelo para salir de allá el martes a las 5 de la tarde. «¿Quién regresaría a una ciudad en plena efervescencia de protesta, sabiendo que al siguiente día tenía que tomar un vuelo fuera de ahí? Pues yo soy quién lo haría. Después de hablar horas sobre por qué no podía volver, Tomás me llamó a las 9 pm para contarme que trataría de salir a las calles de nuevo esa noche porque las protestas habían escalado. Baltimore comenzaba a incendiarse. Entonces le dije que pasara por mí. Él, su esposa Jenn que es mi buen amiga, llegaron y nos encaminamos de vuelta a Baltimore como a las 10 de la noche. Escuchamos que la carretera estaba bloqueada y que no podríamos entrar a la ciudad. Escuchamos que la policía tenia todo la zona acordonada y que no íbamos a poder entrar. Escuchamos que los manifestantes atacaban a personas ajenas a sus barrios. Aún así fuimos.
Manejamos hacia el poniente de la ciudad. Manejamos justo hacia una línea de policías con un vehículo blindado. Habían carros y edificios ya quemados y otros envueltos en llamas. Empezamos a seguir la luz de un helicóptero de la policía para llegar hacia donde las cosas estaban reventando. Encontramos una zona de conflicto y Jenn me dejó junto con Tomás en la calle a media cuadra, caminamos hacia una batalla entre manifestantes y policías.
Esto es lo que un protestante compartió con nosotros:
VIDEO- Rebelion de Feddie Gray – Noche del 27 de Abril, 2015
Esté video tiene Subtítulos en español, con solo hacer clic en CC
Estas simples palabras dijeron todo lo necesario sobre lo que estaba sucediendo en Baltimore; fue un honor y un privilegio estar ahí, en ese momento, para captar esa realidad desde la perspectiva de la gente en las calles. Muchas personas en todo el país tienen su propia opinión sobre lo que sucede en esa ciudad. Pocas de estas opiniones se basan en la experiencia de ser un joven negro que ha vivido en los barrios negros de Baltimore. Fue como medicina escuchar estas palabras, grabarlas y poder compartirlas ahora con ustedes.
Esto es lo que se ve cuando la gente empieza a permitir que sus memorias reemplacen todos sus miedos. Así se mira cuando se confronta la supremacía blanca y la violencia gubernamental en EEUU, actualmente. De esto se trata cuando se lucha por la justicia. Muchas de las personas con sus opiniones sin experiencia, hablan de Martin Luther King Jr. como si se estuviera revolcando en su tumba por la rebelión de Freddie Gray. Lo que puedo decir ante esto, es ¿cómo se atreven a evocar a Martin Luther King en un momento así, cuando este país también fue el que lo asesinó?
El 28 de abril de 2015, la Guardia Nacional de Maryland arribó a Baltimore con rifles de asalto completamente cargados. De alguna manera, y para algunas personas, esto puede considerarse una victoria, pues resulta muy vergonzoso para las autoridades locales de Baltimore de todos los niveles. Esto fue resultado directo de una pérdida de control total en la ciudad por parte de las autoridades locales. La ciudadania mostró al mundo que las ciudades estadounidenses como Baltimore están entrando en un estado de ingobernabilidad. El país entero puede encontrarse al borde de una revolución.
Fotos de la Guardia Nacional por Tomás Alejo.
También es cierto que la presencia de la Guardia Nacional de Maryland representa cómo será recibido el descontento masivo de civiles por parte de las autoridades estatales y federales. Si no queda claro que lo sucedido en Baltimore tiene que ver con 239 años de supremacía blanca y avaricia en EEUU, y no sólo se trata de dos días de protestas, destrozos, saqueos e incendios, entonces no se está entendiendo la historia estadounidense y su problemática actual. Tal vez sea momento de leerse un libro para comprenderlo.
Agradezco a SOAW por luchar contra la militarización Estado Unidénse y por invitarme en el momento idóneo. Gracias a Jenn y Tomás por llevarme a Baltimore dos veces. Gracias a la ciudad por tratarme tan bien y darme un poco de esperanza de que la pesadilla americana está llegando a su fin. Agradezco también a toda la juventud negra por compartir su ira y su dolor conmigo, por contarme sus historias, dejarme filmar y tomar fotos, y por los que me abrazaron en medio de la calle. Gracias por darme los momentos más hermosos de mi vida.