Oaxaca: El discurso del miedo, los rumores y las mentiras

Por Griselda Sánchez
Desinformémonos
14 de julio 2016

19 de Junio 11:09:01 pm ¿Estás bien?? Acá los rumores de toque de queda andan esparciéndose. ¿Qué sabes? Cuídate, ¿va? Aka estamos si hay algo en que pueda ayudar. Y así, más de 15 personas de la Ciudad de México me mandaron mensaje al celular o llamaron para decirme que recibieron mensajes informando que había —o se realizaría— un apagón de luz en la ciudad de Oaxaca, que la policía ya había entrado al zócalo a desalojar a los profesores que se mantienen en plantón desde el 15 de mayo. Yo les respondí que estaba monitoreando a Radio Universidad y a Radio Tu’un Ñuu Savi y que no estaban manejando esa información. Fue un día muy difícil…En la mañana la Policía Federal y Estatal intentó desalojar el bloqueo que mantenían padres de familia y la Sección 22 en la carretera federal 190 en el tramo de Nochixtlán. En este operativo nueve personas fueron asesinadas por impacto de bala y hubo decenas de heridos de gravedad. Por la tarde, en Hacienda Blanca y Viguera —la entrada a la capital—, dos helicópteros de la Policía Federal bombardearon durante horas con granadas de gas lacrimógeno a la población que resistía en las barricadas para impedir el paso de la policía. Estos helicópteros también bombardearon las casas de la colonia y la escuela donde la gente había instalado un puesto de socorro para atender a los heridos. Mis compañeros de medios libres fueron a cubrir este punto, yo me fui al zócalo. Llegué justo a presenciar una reunión informativa de los profesores. Los voceros nos pusieron al tanto de lo que sucedía a kilómetros de ahí. Dieron las indicaciones de donde se instalarían las barricadas para proteger el plantón, y también pidieron calma y que no se hiciera caso de los rumores. Comentaron que momentos antes había pasado una señora gritando: ¡Ya vienen, ya entraron los policías!, poniendo en alerta al plantón que como un hormiguero se aprestó a movilizarse. Los negocios del primer cuadro de la ciudad bruscamente cerraron sus cortinas. Algunas personas solidarias se acercaban a la mesa central para entregar bolsas de medicamentos, comida, vinagre. Es cierto, esa tarde olía a incertidumbre… y la incertidumbre y el rumor no son buena combinación porque se propagan rápidamente, penetran tu piel y te paralizan. Ésa era la estrategia del Estado: provocar miedo, desgastar y paralizar.

Tratando de entender lo que sucedió en esos días críticos y lo que se vino en las siguientes semanas con la campaña propagandística de los medios de paga, reviso varios textos, abro la pagina 207 de libro de Armand y Michelle Mattelart, Los medios de comunicación en tiempo de crisis, encuentro esta cita de Erich Fried: No la excepción sino el estado de excepción confirma la regla ¿qué regla? Para que no se pueda responder a esta pregunta se proclama el estado de excepción. (La règle). Pero estado de excepción es un concepto fuerte, inadmisible en una democracia… ¿Democracia? El estado de excepción es decretado por el poder en caso de situación extrema: el Estado ejerce su facultad de determinar al enemigo público trascendiendo, si es necesario, el estado de sitio con el fin de proteger el bien público. “No, Oaxaca no está en estado de sitio”, declara el 21 de junio en un periódico local el titular de la Secretaría de Seguridad Pública de Oaxaca. Pero, regresemos a las definiciones: durante el estado de sitio quedan en suspenso las garantías constitucionales, con mayor o menor extensión, según las legislaciones. Si bien es cierto que oficialmente no se decretó un estado de sitio en todo Oaxaca —mire que no hace falta: la Ley de Seguridad Nacional de 2011 dicta que el ejército puede intervenir sin que sea necesaria esta declaratoria—, el 19 de junio se suspendieron de facto las garantías constitucionales. Revisando el Informe Preliminar sobre Violaciones de Derechos Humanos del 19 de Junio en Oaxaca (Código DH, Consorcio, Ojo de Agua, Fundar y Luna del Sur), en él se revela las sistemáticas violaciones a los derechos fundamentales en Nochixtlán, Huitzo, Telixtlahuaca, Hacienda Blanca y Viguera. Los principales derechos afectados son el derecho a la vida y el derecho a la integridad física, el derecho a la salud y a atención médica de emergencia, el derecho a la libertad y la seguridad jurídica. Un dato más: Oaxaca lleva un año bajo ocupación militar y policial. Las fuerzas armadas llegaron para resguardar los comicios del año pasado y trataron de que su presencia fuese naturalizada: los fines de semana a los elementos de la gendarmeria te los encontrabas paseando por el centro con sus uniformes impecables, o en los puestos de tacos. El colmo: entre semana se iban a las escuelas a hacer trabajos de mejoramiento o de jardinería.

Es en este contexto que el Secretario de Seguridad Pública recomienda no hacer caso de los rumores que sólo buscan generar miedo en los ciudadanos. ¡Qué revelador! ¿Rumores? Será qué él también habrá leído el libro de Mattelart donde hacen referencia a un manual de instrucción del ejército chileno publicado a fines de 1973 donde menciona la utilidad del rumor: Es una noticia difundida por el medio mismo al que se dirige, su autenticidad es dudosa y su origen imposible de probar. Una vez en marcha, el rumor se propaga rápidamente, a condición de que responda a ciertos sentimientos elementales como el temor, el miedo, la esperanza, el deseo, el odio. Es preciso ponerlo en circulación con aplomo, como un hecho verídico, apelando a los sentimientos y las emociones más conocidos del público o del “primero que llega” a quienes está destinado. En Oaxaca los rumores que más se propagaron en esos días fueron el apagón de luz en toda la ciudad el 19 y 20 de junio por la noche, el desalojo consumado del plantón de los profesores, balaceras en diferentes puntos de la ciudad. Los canales utilizados para difundirlos fueron: mensajes celulares, grupos de WhatsApp, Facebook y bots de Twitter que proporcionaron información falsa o tergiversada.

Y así, conforme pasaban los días, esta guerra psicológica fue proyectada de diversas maneras desde los medios oficiales de comunicación. Chomsky ya lo afirmó en su obra Los Guardianes de la libertad: por medio de campañas de propaganda regulares, los medios de comunicación y su forma de operar sirven para movilizar el apoyo en favor de los intereses especiales que dominan la actividad estatal y privada. En el caso que nos ocupa, la que más han utilizado es la propaganda blanca que Carlos Fazio define, en su libro Terrorismo Mediático; la construcción social del miedo en México, como la que se difunde y se reconoce por la fuente y por sus representantes oficiales, es una actividad abierta, franca, en la que el emisor no oculta su identidad (habla en nombre de su gobierno y se centra en los aspectos favorables de su propio bando) y se disemina de manera amplia. La mentira es uno de los principales medios para influir en la gente y lograr persuadirla. Fue lo que pasó en la conferencia de prensa del 19 de junio por la tarde: los titulares de la Policía Federal y de la Policía Estatal , Enrique Galindo y Jorge Ruiz Martínez, presentaron la versión oficial de los hechos negando que los policías estuviesen armados durante el operativo, aun cuando en esos momentos ya existían numerosas fotografías y videos de agencias periodísticas y medios libres que mostraban a policías disparando contra civiles desarmados. El poder trataba de imponer otra verdad histórica.

Para lograr la fabricación del consenso y justificar una nueva incursión policiaca, se montó en todo el país —y no sólo en Oaxaca— senda campaña propagandística basada nuevamente en sentimientos elementales como el temor, el deseo y el odio. Usando un discurso de crisis humanitaria, producto de un supuesto desabasto alimenticio en Oaxaca, los quioscos de periódicos se llenaron de titulares como: “Aumenta desabasto y amenaza de alza de precios”, “Bloqueos de la CNTE dejan a Oaxaca sin arroz, leche, pan”, “El Ejército mexicano y la Secretaría de Desarrollo Social instrumentan puente aéreo hacia Oaxaca para abastecer de maíz”. Aparte de que era una mentira descarada, en ningún momento se trató de preocuparse por la alimentación de los oaxaqueños, sino de defender el tránsito de mercancias. El sector empresarial abogó por la imposición del Estado de Derecho que como mencionamos el inicio de este texto, sólo ha servido para suspender las garantías individuales.

En estas semanas han sucedido hechos tan burdos que no se pueden sostener, como el supuesto secuestro de dos reporteros de TV Azteca el martes 21 de junio en Nochixtlán. Aquel día, los pobladores, cansados de las mentiras de la televisora, interceptaron a los periodistas en la barricada que mantienen en la carretera y les exigieron que dijeran la verdad. Para verificar su desempeño y asegurar que la mentira no tuviera cabida, los acompañaron mientras realizaban su reporte. Por la noche, en el noticiero estelar, Javier Alatorre trató de sacar ventaja de este acontecimiento y lo adjetivó como un “secuestro”, un “atroz crimen”, producto de la “ola de violencia, la delincuencia, el pillaje, el vandalismo que impera en ciertas zonas del país”. Además de hacer todo una oda a la “libertad del periodismo” que ellos ejercen, cuando en realidad lo que defienden son los intereses de los propietarios de estos medios. En el libro Control de los medios, control del hombre, Enrique Guinsberg nos aclara que los medios informan lo conveniente para el mantenimiento de la estructura de dominación en cuestión, desinformando o distorsionando lo que signifique un atentado a la misma y eliminando la toma de conciencia de la realidad. Siguiendo al autor, podemos decir que la propaganda en Oaxaca no empezó el 19 de junio, sino que lleva tres años difundiendo —con una campaña millonaria—spots televisivos y radiales sobre las bondades de la reforma laboral, digo, de la reforma educativa.

Han sido días difíciles… A más de un mes de las elecciones donde el PRI regresa a la gobernatura de Oaxaca, a diez años de la APPO, a cuatro meses que termine el gobierno de “la alternancia” de Gabino Cué, trato de buscar respuestas frente a estas campañas. Y me sorprende, pero esta guerra psicológica no ha surtido del todo el efecto deseado por sus ejecutores. Por ejemplo, la presidenta de Yanhuitlán recuerda que por la madrugada del 20 de junio, cuando se intensificaron los rumores de una nueva incursión policial a Nochixtlán, los pobladores de las comunidades vecinas respondieron sin miedo:salieron a los caminos, a las brechas y montaron guardia toda la noche para proteger a Nochixtlán. Y así, las respuestas a este falseamiento de la realidad poco a poco van encontrando su cauce: cuando se anuncia el desabasto alimenticio en los centros comerciales y mercados, de manera casi natural se crea una respuesta en redes sociales para impulsar el consumo de productos locales. Por último y como recomendación en estos tiempos de desinformación, les pido que antes de difundir una noticia chequen las fuentes, verifiquen las fechas de publicación de los reportes, tomen los rumores como lo que son y sobre todo acerquense a los medios comunitarios e independientes para seguir fortaleciendolos. Los pueblos ya lo dijeron, esta lucha ya no es solamente magisterial, vienen por nuestros territorios, hay que estar preparados.