Presentación del libro: Cuando hasta las piedras se levantan
Si te encanta leer un cansado análisis opinando que Oaxaca fue una derrota y que el Estado es todopoderoso, no leas este libro. Mejor cómprate un periódico de cualquier tendencia izquierdista ansiosa de imponer su ideología sobre una de las luchas más importantes de nuestros tiempos, la Rebelión de Oaxaca de 2006. Así puedes justificar la inactividad y quedarte en la impotencia que muchos hemos sentido en un momento u otro ante la fuerza brutal del Estado.
Pero si te interesa participar en las insurrecciones venideras en este país o en el mundo, vale la pena escuchar las voces de unos de los participantes de esta Rebelión que salen en el nuevo libro “Cuando hasta las piedras se levantan”.
Los organizadores de la presentación del libro el miércoles 11 de marzo, no pudieron haber escogido un lugar mejor que la bellísima Escuela Zapatista en el barrio de Santo Domingo. En el primer piso, los niños y niñas seguían con sus clases de karate y ballet, unas de las actividades comunitarias organizadas en este centro, mientras los demás llenamos la sala de conferencia para escuchar las perspectivas de los autores Rubén Valencia, Gustavo Esteva y David Venegas.
Rubén Valencia del grupo VOCAL sobrevivió un intento de homicidio para-policial en Oaxaca el 10 de enero de este año, pero no lo mencionó cuando leyó un texto poniendo la Rebelión de 2006 en su contexto histórico, citando a Norma Giarraca de la editorial GEMSAL en Buenos Aires. Recalcando la importancia de las prácticas en “territorios campesinos hermanados con las comunidades indígenas” en la Revolución de 1910, afirmó que el levantamiento del ELZN en Chiapas en 1994 fue un “comienzo” precisamente en un momento cuando muchos hablaron de “un momento final”, que sea “de las ideologías, de la historia, de las esperanzas”.
Al hablar de las resistencias y movimientos en América Latina en el comienzo del Siglo XXI, resultando en los gobiernos de “centro izquierda”, preguntó: “¿cuál es el mejor modo de terminar con el movimiento? Las elecciones”. Y justamente cuando unos líderes se ilusionaron con el triunfo del PRD en el 2006, ¿qué es lo que ocurrió? La Rebelión de Oaxaca, indicando otro camino hacia la transformación social.
“Fue un ensayo”, dijo Gustavo Esteva de la Universidad de la Tierra. Tal vez “pagamos el precio de ser un anticipo” sin haber tejido suficientes enlaces para sostenernos ante la tremenda represión. El pensador sostiene que estamos en tiempos de rebelión, cuando la política neoliberal ha creado “batallones de descontentos” y la crisis del capitalismo es “una inmensa oportunidad”. Pero advierte que no es sólo “otra crisis más”. Puede representar el suicidio del capitalismo y el comienzo de algo peor: un poder para el poder mismo, cuando los de arriba están dispuestos a hacer cualquier cosa para proteger lo que tienen. El reto de organizarnos y crear nuevas relaciones sociales horizontales es tremendo, pero no imposible. Es lo que pasó durante unos meses en Oaxaca, insiste el compañero, cuando la gente manifestó niveles de organización asombrosos en la toma de los medios y en las barricadas. Aún peor que la represión del Estado ha sido la traición de supuestos compañeros, resultando en sentimientos de desesperación. Pero hay que entender la radicalidad de este momento y nuestra responsabilidad. El reto es encontrar formas horizontales de articulación con otros grupos desde abajo.
David Venegas no habló de los meses que pasó como uno de los presos políticos más activos del país ni de su tortura ni de su reciente detención por manifestarse en apoyo al pueblo palestino. Habló del movimiento que empezó en solidaridad con los maestros y que iba cambiando y creciendo a cada momento, contando sus 26 muertos y más de 500 encarcelados. Cuando nos llevaron a Nayarit “como prisioneros de guerra”, dice el consejero de la APPO, “algo se rompió en nuestro corazón y nuestro mente. Se rompió el freno”. Palabras como la “democracia” ya no valían nada.
El compañero sostiene que “no es cierto que la comunalidad sólo puede existir en los pequeños pueblos”. Por lo contrario, en las barricadas, las balas de los asesinos les hicieron recordar los antiguos valores y ver que la verdadera radicalidad tiene que ver con volver a los orígenes indígenas y “escuchar nuestra historia larga de 500 años”.
Ahora la represión no es tan visible, dice David, pero hay más desaparecidos, no sólo los eperristas y las triquis en Oaxaca, sino los compañeros en Guerrero también. La realidad es que “la guerra sucia llegó para quedarse”. Pero insiste en que se notan ciertos cambios. “Las cosas más importantes no salen en la tele. Pasan en las calles”. Menciona que las radios comunitarias ahora son más rebeldes y que hay una corriente independiente en la Sección 22 del magisterio. También comenta que ahora se ve gente pobre e indígena en la ciudad de Oaxaca y espacios de poder recuperados por artistas y otros colectivos. Aunque no han podido avanzar en la APPO, no han dado paso atrás. Las formas de auto-organización siguen.
Gracias a la Ke Huelga Radio y Radio Plantón, los audios del evento se escuchan en http://mexico.indymedia.org/?article468
x Carolina S. Romero