Mirando Atrás Para Avanzar

por Simón Sedillo

Me invitaron a escribir algo sobre la gente de color que se organizaba para asistir a la vigilia realizada por el Observatorio de la Escuela de las Américas (SOA Watch) en 2009 y sobre nuestros planes para el 2010. Creo que las cosas pasan por algo. Escribo estas líneas desde la Universidad de las Naciones Indias de Haskell en Lawrence, Kansas. Me parece una grata casualidad simplemente porque cuando hablamos de gente de color que se organiza, es importante recordarnos de los pasados dolorosos para quitarnos cualquier anteojera que usemos en el presente. Originalmente, la Universidad Haskell fue un “Internado” de Americanos Nativos administrado por la Oficina de Asuntos Indios (BIA). Establecida por el Secretario de Guerra John C. Calhoun en 1824, la BIA era la agencia principal del Departamento de Guerra para lidiar con los indígenas hasta1849, cuando fue transferida al Departamento del Interior.

El programa del Internado fue desarrollado en 1879 por un capitán del Ejército de Estados Unidos llamado Richard Henry Pratt. En aquel entonces, el Ejército estaba llegando a la conclusión que la asimilación a la sociedad de colonos blancos de la mayoría de los Americanos Nativos era imposible porque estos simplemente se negaron a “renunciar a sus tradiciones y maneras de vivir.” Por eso, Richard Pratt desarrolló una estrategia denominada «Mata al Indio, Salva al Hombre.» Es probable que la idea haya sido robado de los programas de internados católicos durante la ocupación española de las Américas. La idea principal tras el proyecto de Pratt era obligar a las familias nativas a enviar a sus hijos e hijas a vivir en estos llamados “internados”.

La fea verdad es que por todas partes de Estados Unidos, las y los niños nativos fueron secuestrados por los soldados estadounidenses, subidos a los vagones de trenes de carga y enviados a campos de concentración a lo largo del país. Aún ahora se ve distintamente el trazo de la vieja vía de tren en las afueras del campus de Haskell. Como se pueden imaginar, los niños fueron entrenados para ser soldados y las niñas para ser empleadas domésticas. Un promedio nacional de ocho de cada diez niñas, y por lo menos la mitad de los niños sufrieron de agresión sexual. Pruebas contundentes demuestran que ni siquiera la mitad de los niños y niñas que ingresaron al internado de Haskell sobrevivió a la experiencia.

Situado a apenas 49 km de Haskell, la base militar del Fuerte Leavenworth sirve como otro recordatorio constante de una historia atrincherada y tenebrosa, una historia oficial de la devaluación humana a través de la criminalización. El Fuerte era el epicentro de la expansión del Ejército en las tierras indígenas del Oeste. La trayectoria de estas instituciones demuestra, sin lugar a dudas, que el gobierno de Estados Unidos llevó a cabo prácticas genocidas, y que su manera de justificar dichas prácticas era criminalizar oficialmente el acto de ser indígena.

Aquí empieza la historia de la criminalización de la juventud pobre por el gobierno de Estados Unidos. Hoy en día, las y los jóvenes empobrecidos de los barrios urbanos del país viven una nueva encarnación de la misma devaluación humana sistemática. Las comunidades negras, morenas, amarillas, inmigrantes, pobres, y sí, nativas-americanas que siguen vivas y vigentes hoy en día en Estados Unidos, tienen poco acceso a los servicios básicos y elementales. Esto implica, también, una falta de acceso a los aviones, barcos y camiones que inundan a sus comunidades con armas y droga.

La vieja estrategia ahora se extiende a la criminalización de la pobreza, de la juventud y de cualquier forma de disensión. La única diferencia es que en lugar de enviar a los jóvenes a los “internados” por la fuerza, la estrategia es enviarlos, ya criminalizados, a prisión.

Los Estados Unidos de América encarcela a más de sus propios ciudadanos que cualquier otro país del mundo. Y el encarcelamiento de gente de color de las comunidades pobres está totalmente fuera de proporción. Día con día, se aumenta el número de prisiones privadas en el país ––prisiones operadas para sacar ganancias. ¿Cómo se justifica un sistema que encarcela a sus ciudadanos con fines lucrativos? Esta versión actualizada de la estrategia para criminalizar y “cambiar” a la juventud de color sigue cosechando violencia en nuestras comunidades.

Por eso pensamos que es importante que las y los jóvenes de color del mundo tomen un papel activo en cerrar la SOA y el Fuerte Leavenworth y el Fuerte Huachuca. Desde su perspectiva en la línea de frente de la guerra desatada contra ellos, la lista de lugares, instituciones e industrias que contribuyen a la criminalización y devaluación de sus comunidades es interminable.

El noviembre pasado, es posible que ustedes se dieran cuenta de la presencia en la vigilia de muchos jóvenes de piel negra y morena que traían gorras de beisbol de lado, pantalones caídos y mucha actitud. Si estaban prestando atención, tal vez se fijaron en algunas de nuestras maneras creativas de transmitir un mensaje que puede ayudar a cerrar la SOA. A veces los canales de televisión y los periódicos dan la impresión que la gente que se viste y actúa como nosotros es solo una banda de delincuentes. Pero sabemos que ustedes del SOA Watch ya saben quienes son los verdaderos criminales. Ustedes verán cada vez más jóvenes de color en las puertas del Fuerte Benning, hasta que todos juntos cerremos la SOA. Ojalá no nos veamos ahí durante mucho más tiempo y que empecemos a vernos en todos los demás frentes donde haya injusticias para combatir.

No nos olvidemos de nuestra historia, mientras fijamos un tercer ojo, tan limpio como un parabrisas recién lavado, en el presente. La gente de color joven ha sido y sigue siendo criminalizada, no por ser malvada o malnacida, sino porque siempre ha sido hermosa, poderosa, creativa e implacable en resistir la opresión y en llegar a la primera línea de batalla de los movimientos que compartimos. Cuando nos vean, aunque les parezca que somos ruidosos, hasta estridentes, simplemente sonrían, porque todos sabemos que no podemos ganar esta lucha sin estar el uno con el otro.