La “guerra de baja intensidad” contra la Autonomía (Parte II)

Por Daniel Arellano Chávez, Neri Martinez Hernandez y Ricardo Trujillo Gonzalez
2 de deciembre de 2010

De los Halcones y la Brigada Blanca a la Caravana de la Muerte, Paz y Justicia y la UBISORT”

Las décadas de los 60’s y 70’s del siglo XX en México, estuvieron llenas de levantamientos populares, pacíficos o armados, que se negaban a la sumisión del régimen que había nacido tras la Revolución de 1910, régimen que nació eliminando las aspiraciones indígenas y populares, asesinando a los revolucionarios que habían reivindicado la transformación profunda del país; Villa, Zapata, Magón asesinados junto a un millón de personas, para que la “familia revolucionaria” triunfante (antiguos porfiristas civiles y militares, liberales burgueses, hacendados y revolucionarios sometidos, junto a los intereses norteamericanos) impusiera el autoritarismo y se perpetuara en el poder.

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Sierra de Guerrero exterminio insurgente

Genaro Vásquez Rojas y Lucio Cabañas Barrientos, maestros rurales, participantes activos de las movilizaciones en sus comunidades, perseguidos, testigos y sobrevivientes de masacres en contra de sus pueblos, se alzan en armas; sus exigencias van desde la lucha contra los caciques locales, hasta la transformación del país. Resisten en la Sierra y son los responsables de que la Asociación Cívica Nacional Revolucionaria (ACNR), y el Partido de los Pobres (PDLP) con su Brigada de Ajusticiamiento causen el mayor número de bajas al Ejército Federal desde los tiempos de la Revolución; el poder no perdona la osadía.

“Se realizan catorce campañas militares para aniquilar a ambas organizaciones subversivas. Baloy Mayo las documenta con amplitud en su libro La guerrilla de Genaro y de Lucio. En la primera, luego de que Lucio entrara en la clandestinidad por la matanza de Atoyac de 1967, el ejército hizo rondines “pacíficos” en la Sierra de Atoyac, que bajo la apariencia de programas médicos o deportivos intentaban ganarse la confianza de los pobladores. En la segunda después de la matanza de Tlatelolco, cuando Genaro y Lucio comienzan a actuar, se recurre a los grupos paramilitares formados por los guardias blancas de los caciques, e inician las incursiones violentas en las poblaciones serranas” [1]

“Fue en la segunda campaña cuando se da un viraje radical en las misiones del ejército, a las que acompañan fuerzas paramilitares. Esto ocurre aproximadamente en los años de 1968-1969. De ahora en adelante no sólo se buscaría el enfrentamiento directo con los grupos alzados, sino que iba a tener lugar el más brutal de los procedimientos de persecución, esto es, copar pueblos, catear las casas de los campesinos en medio de una verdadera “cacería de brujas” las detenciones injustificadas, las torturas y desapariciones de hombres y mujeres empezó a adquirir carácter de rutina. Sin parar mientes en la forma y método de persecución, el gobierno no tuvo empacho en usar grupos de gavilleros para que cooperaran con la judicial y el ejército en todas las maniobras a partir de la segunda campañaantiguerrillera” [2].

El “verano de 1973 se ajustan mandos de primer nivel en el ejército. Se consolida al general de brigada Alberto Sánchez López (participante de la operación Galeana de la matanza de 1968 en Tlatelolco) como jefe del Estado Mayor, “máximo órgano técnico operativo” de la Secretaría de la Defensa Nacional, se designa al coronel Jaime Contreras Guerrero (graduado del Colegio Interamericano de Defensa en Estados Unidos) responsable de inteligencia militar y al teniente coronel Mario Renán Castillo Fernández (con estudios en Fort Bragg, Carolina del Norte) responsables de operaciones del Estado Mayor. En Guerrero, se nombra comandante de la 35ª. Zona Militar con sede en Chilpancingo al general brigadier Eliseo Jiménez Ruiz, quien va asistido del teniente coronel Enrique Cervantes Aguirre como su jefe del Estado Mayor; en la 27ª. Zona Militar con sede en Acapulco, es apostado el general Salvador Rangel Medina. Los dos últimos generales son los responsables de echar a andar la Operación Luciérnaga que buscará apretar el cerco a la guerrilla

La persistencia de los guerrerenses alzados es enorme, Genaro y Lucio son los personajes visibles en esta rebelión, sin embargo el sustento de las guerrillas esta sobre todo en su profunda raíz comunitaria, eso lo de muestra el número de campañas militares lanzadas en su contra que son rechazadas a la vez, además del constante cambio en los mandos militares:

“Los mandos castrenses son ajustados. El general Eliseo Jiménez Ruiz es trasladado de la comandancia de Chilpancingo a la de Acapulco, y así se convierte en el octavo jefe del ejército de la región desde que Lucio se internara en la sierra en 1969. El operativo castrense de liberación de Figueroa, denominado “Fuerza de Tarea Atoyac”, queda a cargo del teniente Juan López Ortiz, que había sido entrenado en armas de Infantería y Tácticas de Infantería en la Escuela del Caribe del Ejército de Estados Unidos. A partir del surgimiento de los grupos armados en 1970 el gobierno había enviado a dieciséis militares mexicanos al país del norte para ser adiestrados en algunas de sus especialidades: contrainsurgencia, defensa interna, inteligencia militar, guerra irregular, contrainsurreción.” [3]

La suerte de los pueblos rebeldes de Guerrero y la historia de la región de Copala se remonta a la década de 1970 en que la comenzó a fluir la inversión estatal y privada a la región en obras públicas.

“Los programas gubernamentales sirvieron más como mecanismos de contención de la violencia que como ejes de desarrollo de las comunidades. Eso tiene una explicación, al gobierno le preocupaba que el odio generado en la región, especialmente contra el ejército mexicano después del bombardeo del barrio de Cruz Chiquita, se uniera a las demandas de los movimientos político-militares del estado de Guerrero, principalmente los del Partido de los Pobres y su Brigada de Ajusticiamiento dirigidos por Lucio Cabañas y el de la Asociación Cívica Nacional Revolucionaria lidereada por Genaro Vásquez Rojas.”

Mientras tanto la sierra de Guerrero arde, la ofensiva contrainsurgente del ejército mexicano arrasa con comunidades enteras, tanques, aviones y helicópteros desplazan a miles de soldados para cercar a los guerrilleros, militares y guardias blancas paramilitares acosan y asesinan a la población civil indefensa, cientos de campesinos, hombres y mujeres son desaparecidos, otros más son hechos prisioneros, la brutalidad no termina ni siquiera cuando Genaro Vásquez y Lucio Cabañas ya han sido asesinados.

Guerrero, Oaxaca y Chiapas, tienen vínculos inquebrantables, de raíz por su mayoría indígena y que enlazan su historia de resistencia, unidos por la miseria y la explotación de un sistema que impone la muerte a quien se atreve a desafiarlo, unidos también en la rebeldía están ligados de la misma manera en la represión.

Eliseo Jiménez Ruiz General del ejército mexicano, jefe de las operaciones contrainsurgentes para abatir a Lucio Cabañas, recibe como premio a sus “servicios patrióticos” la gubernatura de Oaxaca.

Mario Renan Castillo teniente coronel que en 1973 combatió la guerrilla guerrerense, en 1994 es General y está al mando de las operaciones contra el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y Enrique Cervantes Aguirre jefe del estado mayor de Eliseo Jiménez Ruiz; estará en 1994 al mando de la Secretaría de la Defensa Nacional, cuando el ejército federal ocupa Chiapas para intentar acabar con el EZLN.

Tras usar paramilitares como estrategia contra los insurgentes guerrerenses, cuando en la región de Copala se encontraba en conflicto a petición de pistoleros priistas que solicitaron la instalación de una partida militar. Eliseo Jiménez responde al llamado usando como pretexto el detener la violencia en la región.

En una de las tantas embestidas del Estado sobre la organización popular de base en la región triqui, que se dio al finalizar el año 1976, al realizarse la elección de autoridades y que terminó en un tiroteo iniciado por los pistoleros del Partido Revolucionario Institucional (PRI), provocando zozobra en la zona

“El gobierno no tuvo mejor pretexto para militarizar la región y el 31 de julio de 1978 cuando ya el gobernador Manuel Zarate Aquino había sido destituido y su lugar lo ocupaba Eliseo Jiménez Ruiz el militar que asesinó a Lucio Cabañas- se instaló una partida militar permanente en San Juan Copala» [4]. Durante el cerco contra el Municipio Autónomo de San Juan Copala, el antiguo cuartel de esta partida militar ahora abandonado, fue una de las principales posiciones que tomaron los paramilitares para acosar día y noche a la población de Copala.

Los Halcones

Tras la Masacre de estudiantes en Tlatelolco, el 2 de octubre de 1968 las manifestaciones estudiantiles desaparecen del escenario de la ciudad de México, el “escarmiento” oficial contra la juventud rebelde aparentemente ha sido efectivo, mientras el gobierno federal a la par que combate a varias guerrillas y ataca movimientos populares pacíficos ofrece “apertura democrática”, ofrecimiento de Luis Echeverría Álvarez, antes Secretario de Gobernación responsable directo de la Masacre de Tlatelolco.

En junio de 1971, Echeverría hace añicos su promesa de brindar “apertura democrática”, pues mientras en Guerrero se registran las primeras desapariciones forzadas, el día 10 es reprimida la primera marcha estudiantil que sale a las calles de la capital tras los hechos sangrientos de 1968. La marcha en apoyo a las demandas de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) es interrumpida por un nutrido grupo paramilitar conocido como los Halcones, con saldo indeterminado de muertos y heridos.” [5]

La existencia de este grupo se remonta a los últimos años del gobierno de Díaz Ordaz, en que se mantenían como golpeadores e infiltrados dentro del movimiento estudiantil al ser en su mayoría jóvenes en edad escolar.

Varios de los integrantes que formarían el grupo paramilitar “los Halcones” fueron dándose de alta en los Servicios Especiales del Departamento del Distrito Federal, así mismo fueron convocados ex miembros del Ejército federal, en particular de la sección de fusileros paracaidistas.

El ex coronel Manuel Díaz Escobar, fallecido en el Hospital Central Militar ya como general en retiro el 10 de septiembre de 2008, fue señalado como uno de los principales responsables de la Masacre de Tlatelolco y de la creación de los Halcones, de 1955 a 1971 estuvo bajo las órdenes del general Alfonso Corona del Rosal. En octubre de 1966 fue nombrado subdirector de Servicios Generales del DDF.

El 10 de junio de 1971, Jueves de Corpus, los Halcones hacen su brutal aparición atacando a la altura de la Calzada México-Tacuba una marcha que exigía la libertad de los presos políticos, la derogación de la Ley Orgánica de la Universidad Autónoma de Nuevo León y la desaparición de los grupos porriles al interior de los planteles de educación media y superior, el ataque se realizó utilizando armas de fuego.

“El 14 de enero de 1972, la Dirección Federal de Seguridad tomó declaración a un halcón, quien narró que Díaz Escobar era el jefe máximo del grupo; que había seleccionado a los 40 mandos para ser capacitados en Francia, Estados Unidos, Inglaterra y Japón, todos ellos ex militares y específicamente ex integrantes de la Brigada de Fusileros Paracaidistas, grupo de donde surgió el general José Hernández Toledo, mando militar el 2 de octubre en Tlatelolco, y también Manuel Díaz Escobar, El Zorro Plateado o El Maestro.”

“Asimismo, que los “pilares” de los halcones eran militares provenientes de la Brigada de Fusileros Paracaidistas, como Víctor Manuel Flores Reyes, Rafael Delgado Reyes, Sergio San Martín Arrieta, Mario Efraín Ponce Sibaja y Candelario Madera Paz. Todos se convirtieron en instructores del grupo y posteriormente en delincuentes, que al no tener ingresos comenzaron a robar, ya que su último pago lo recibieron el 11 de junio, día en que su jefe les ordenó desmantelar todos los campos de entrenamiento y desaparecer del Distrito Federal.”

Consecuencia de las masacres del 2 de octubre de 1968 y de la del 10 de junio de 1971, el movimiento estudiantil se radicaliza, surgen varios grupos armados, ante ello el gobierno responde con la militarización en diferentes partes del país y con la creación de un grupo especializada para “neutralizar” a los alzados, la Brigada Blanca.

Tlacochahuaya refugio de un ex Halcón

“Varios de los halcones, como algunos de los mencionados anteriormente, fueron detenidos tras robar algún banco o comercio, y relataron, entre 1972 y 1975, su participación en el grupo, en la matanza del 10 de junio y cómo las órdenes provenían desde los más altos mandos del Departamento del Distrito Federal por conducto de Díaz Escobar, y que éste había llegado a ese cargo por orden de Luis Echeverría, desde que fungía como secretario de Gobernación.” [6] Sin embargo las relaciones de represión ligan nuevamente a Oaxaca, uno de los ex integrantes de este grupo paramilitar permanece refugiado en la población de Tlacochahuaya.

La Brigada Blanca

En junio de 1976, alrededor de dos centenares de elementos del ejército mexicano (policía militar federal y policía judicial militar), de la Dirección Federal de Seguridad, la Procuraduría General de la República, la Procuraduría del Distrito Federal, la Dirección General de Policía y Tránsito del Departamento del Distrito Federal y de la Procuraduría General del Estado de México son integrados para conformar la Brigada Especial Antiguerrillera (BEA) con sede en el Campo Militar Número Uno. Las instalaciones del Segundo Batallón de Policía se destinan como centros de detención.

“Según los reportes oficiales, aunque la Brigada Blanca se formó en 1972 y operó en Guerrero, Sinaloa, Chihuahua, Nuevo León, Jalisco, Puebla y Morelos, fue hasta junio de 1976 cuando el gobierno de Luis Echeverría decidió que se integrara un grupo especial que actuara en la ciudad de México, y en el que los mandos estaban en manos del coronel Francisco Quiroz Hermosillo, el capitán Luis de la Barreda Moreno y Miguel Nazar Haro,” [7] este último hombre de confianza en México de la Agencia Central de Inteligencia (CIA por sus siglas en ingles).

“El 11 de mayo de 1998, Quirós Hermosillo, quien fue ayudante del ex secretario de la Defensa general Marcelino García Barragán y recibió cursos sobre seguridad en Corea del Sur e Israel (del Mossad), reconoció haber sido comandante operativo de la Brigada Blanca hasta su promoción como jefe del Estado Mayor de la 34 Zona Militar, con sede en Chetumal. A su vez, Acosta Chaparro declaró el 3 de mayo de 2000 que en 1970 el entonces secretario de la Defensa Hermenegildo Cuenca Díaz lo envió como asesor a la DFS, tras recibir adiestramiento del Pentágono sobre «subversión» y «contraguerrilla» (fue entrenado en paracaidismo en Fort Benning, Georgia, y recibió un curso de Fuerzas Especiales, los famosos Boinas Verdes, en Fort Bragg, Carolina del Norte).” [8]

Así inicia operaciones uno de los grupos paramilitares más sangrientos de la historia de México, operando fuera de los marcos legales, amparados en la impunidad de un régimen autoritario, se convierten en uno de los instrumentos de represión más socorridos en la lucha contra la “subversión”, realizan una persecución encarnizada de sus objetivos, para después realizar torturas sistemáticas, asesinando y realizando desapariciones forzadas, teniendo derecho a un botín de guerra.

Por mencionar un caso, se encuentra la desaparición de Juan Chávez Hoyos estudiante del Colegio de Ciencias y Humanidades, quien participaba del movimiento de las Casas de Estudiantes, tenía 20 años de edad cuando el 8 de septiembre de 1978 en México DF fue detenido en la Avenida de los 100 metros, por agentes enviados por la Dirección Federal de Seguridad (DFS) en las cercanías de la Casa del Estudiante de Puebla, “fue llevado al Campo Militar Número 1 en donde lo vieron en perfecto estado de salud en agosto de 1979, Armando y Laura Gaytán Saldívar, Bertha Alicia López García, Elda Nevarez Flores, Domingo Estrada Ramírez, Humberto Zazueta Aguilar y Rufino Guzmán González; quienes compartieron con él la prisión clandestina en el Campo Militar número 1 y que al ser liberados dieron al Comité ¡Eureka! su testimonio por escrito” [9].

En la Brigada Blanca había “tres grupos de localización y neutralización de artefactos explosivos, compuestos cada uno de cinco elementos y un vehículo.

“Cada grupo de acción integrado por 10 elementos con armamento especializado.

“Grupos de interrogadores compuestos por cuatro elementos especializados.

“Grupo aéreo, operará dos helicópteros de la Dirección General de Policía y Tránsito que funcionarán uno en el aire y el otro en alerta terrestre, durante horas de visibilidad.”

El entrenamiento que recibieron fue especializado, lo demuestra el caso de tortura sobre una mujer detenida en los calabozos de Tlaxcoaque pertenecientes a la Dirección Federal de Seguridad, tras ser capturada en un asalto frustrado a una Central de Choferes del PRI “la sesión se ejecuta bajo asesoría de dos hombres con acento sudamericano ante un grupo de jefes policiacos y agentes. Ellos son adiestrados con su cuerpo indefenso.”

Relata: “Yo escuchaba esas dos voces sudamericanas que les decían a ellos donde aplicarme los choques eléctricos y golpearme para que me doliera más”. Este dato no es intrascendente, recordemos que en esa época los militares de la región habían impuesto por la fuerza de las armas sangrientas dictaduras, tras haber recibido el mismo entrenamiento de sus “colegas” franceses y norteamericanos.

Tras resistir esa tortura se le aplica otra provenida de las tropas nazis en contra de las mujeres judías. En esta “sesión” se encuentra “presente el núcleo duro que posteriormente creará el grupo antiguerrilla conocido como la Brigada Blanca.” [10]

Si estos jefes policiaco-militares no hubieran participado en la Brigada Blanca otros lo hubieran hecho en su lugar. Ellos fueron sencillamente operadores de una política de Estado auspiciada –humana y materialmente- por Echeverría, y luego por su sucesor, López Portillo. La existencia de este grupo paramilitar –de carácter anticonstitucional-, que actuara impunemente durante seis años, será negada una y otra vez por ambos gobiernos.”

Contrainsurgencia en Chiapas

En la década de 1980, el gobierno se declara triunfante en la guerra contra la subversión, decenas de grupos han sido “neutralizados”, los aparatos públicos y oficiales de represión junto a la Brigada Blanca han logrado su objetivo, al menos así se percibe por algunos años, hasta que el 1 de enero de 1994, desde las entrañas de la selva de Chiapas los indios con las armas en la mano vuelven a declararle la guerra al poder dominante.

Antiguos agentes antisubversivos son convocados a conjurar este nuevo levantamiento, entre ellos Mario Renán Castillo Fernández “Notable egresado de la Escuela de Guerra Especial en Fort Bragg Estados Unidos, comandante de la 7 Región Militar en Chiapas entre noviembre de 1994 y noviembre de 1997” [11]. A Renán Castillo se le han comprobado responsabilidades directas en el adiestramiento, financiamiento y promoción de grupos paramilitares como Paz y Justicia.

Mientras que Miguel Nazar Haro, Francisco Quirós Hermosillo y Mario Acosta Chaparro; “fueron llamados a formar parte de la anticonstitucional Coordinación de Seguridad Pública de la Nación, creada por Carlos Salinas de Gortari mediante decreto presidencial el 26 de abril de 1994.” [12]

Aquí se enlaza toda la historia antes relatada, militares mexicanos entrenados en la Escuela de las Américas, ahora con grados de alto rango, fogueados décadas antes en la guerra contra los pueblos de Guerrero y guerrillas de diversas partes del país, en el “combate contra las fuerzas de la subversión” ya fueran armadas o pacíficas; la llamada Guerra Sucia, aplican las enseñanzas trasmitidas desde la Doctrina francesa, el enemigo interno y la contrainsurgencia norteamericana; generando grupos paramilitares al estilo de Renán Castillo combinados con la brutalidad de la fuerza militar oficial, como en el caso de Juan López Ortiz, los crimines del pasado y del presente se encuentran en estos tiempos ejecutados por los mismos verdugos y continúan hasta el momento amparados en la impunidad.

Como lo muestra una organización dedicada a extinguir la Escuela de las Américas: “SOAW informa que cada vez hay más militares mexicanos adiestrados en la escuela, y de hecho hubo un gran cambio después del levantamiento zapatista. En los primeros 49 años de la escuela, México sólo envió 766 militares, pero a partir de 1996 el número se incrementó (33 en 1997; mil 177 en 1998, cerca de 700 en 1999). Afirma que por lo menos 18 oficiales de alto rango involucrados en acciones contra civiles en Chiapas, Guerrero y Oaxaca son egresados de la escuela, incluido Juan López Ortiz, quien estuvo al mando de tropas en la matanza en Ocosingo, en 1994”.

Cabe mencionar que la creación de los grupos paramilitares se inscribe dentro de las grandes estrategias de contrainsurgencia del Estado Mexicano, como el Plan de Campaña Chiapas 1994 y que son llevadas a cabo de acuerdo a ciertos lineamientos contenidos en documentos como el Manual de guerra irregular. Operaciones de contraguerrilla o restauración de orden publicado por la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA). [13]

Parte de los elementos estratégicos importantes, localizados en dicho documento son los siguientes:

531. Las operaciones de contraguerrilla forman parte de las medidas de seguridad que adopta un comandante de teatro de operaciones en su zona de retaguardia, para evitar que las operaciones regulares sufran interferencias ocasionadas par la acción de bandas de traidores y enemigos, para lo cual el comandante de un teatro de operaciones, deberá emplear a todos los elementos organizados y aun a la población civil para localizar, hostigar y destruir a las fuerzas adversarias.

534. Las fuerzas armadas llegado el caso podrán ser utilizadas para restaurar el orden, ya sea en forma independiente o en coordinación con elementos de otras fuerzas publicas. De cualquier forma, tendrán que conducir una o varias de las operaciones siguientes. A. De formación. B. Psicológicas, C. Asuntos civiles. D. Control de la población civil y los recursos. E. Operaciones tácticas de restauración del orden. F. Ayuda a la población civil.

La filosofía en el teatro de operaciones es la siguiente:

547. Cuando Mao afirma que «El pueblo es a la guerrilla como el agua al pez», indudablemente que dijo una verdad de Validez Perdurable, pues ya hemos visto que las guerrillas crecen y se fortalecen del apoyo de la población civil, pero volviendo al ejemplo de Mao, al pez se le puede hacer imposible la vida en el agua, agitándola, introduciendo elementos perjudiciales a subsistencia, o peces mas bravos que lo ataquen, lo persigan y lo obliguen a desaparecer o a correr el riesgo de ser comido por estos peces voraces y agresivos que no son otra cosa que los contraguerrilleros.

El punto que describe el proceso de militarización del conflicto es finalmente reconocido cuando menciona que:

553. Como puede apreciarse, (las operaciones para controlar a la población civil) no es una operación militar clásica, por lo que puede ser conducida por personal civil o militarizado, aunque dirigido, asesorado y, coordinado por el comandante militar del área, mientras que las operaciones tácticas de contraguerrilla son conducidas por unidades militares y militarizadas.

555. Las acciones de la guerrilla apoyan a la fuerza invasora causando desorganización, confusión y hostigamiento, estas acciones pueden ser conducidas empleando fuerzas convencionales o irregulares, utilizando tácticas de guerra irregular.

De acuerdo con un testimonio obtenido por el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas (CDHFBC), un testigo identificado como PyJ que dijo haber participado por lo menos tres veces en reuniones entre los dirigentes de Paz y Justicia y el general, confirmó lo que era ya una realidad: la participación activa y estratégica de Renán en la preparación de la lucha constrainsurgente.

Dicho testigo mencionó que Castillo Fernandez les decia que no les diéramos chance a los de Abu xú (organización identificada más con los zapatistas), que eran cabrones, que no se qué, que les iba a quitar la tierra…

Tambien identificó a otros altos mandos del Ejército Mexicano destacamentados en Ocosingo (39 Zona Militar) y San Cristóbal de las Casas (31 Zona Militar) que tuvieron relación con Paz y Justicia, los cuales los conminaban a terminar con los zapatistas: Nada más nos decían que acabarnos (acabarlos), que no nos dejáramos que nos acabaran ellos (…) además el testimonio dio cuenta de cómo la población era obligada a apoyar monetariamente a la organización para la compra de armas:

Los mataban, los encerraban primeramente, más que nada, castigados, golpeados, ahí en su cárcel de Miguel Alemán, tanto en Tsaquil, tanto en Nuevo Limar, Masojá Chico, que tienen cárcel (…) No había perdón para nada, si no hacías eso, simplemente te iban a emboscar, ya sea, pero no, te iban inculpar a los de Abu xú, así hacían antes, todos los problemas que así, así lo hacían. [14]

En relación al Grupo paramilitar Paz y Justicia, hay que agregar, que se trata de una de las columnas paramilitares mejor entrenadas y numerosas en Chiapas – que no la única [15]- la cual se dedicó a sembrar el terror en la Zona Norte del Estado, por medio de practicas como el desplazamiento forzado de nucleos poblacionales, torturas, desapariciones, ejecuciones, hostigamientos violaciones sexuales. Parte de su forma de operar consistió en: sembrar retenes armados y controlar caminos; credencializar comunidades para «autorizar» el libre tránsito; Instalación de mesas de ajusticiamiento, prohibir el ingreso de catequistas y sacerdotes a municipios enteros. De acuerdo al documento Chiapas. La Guerra en Curso, estas acciones violentas provocaron, de febrero de 1995 a octubre de 1997, un saldo estimado de: 40 asesinatos de simpatizantes zapatistas, 4 mil 112 desplazados en la zona Norte de la Selva, 23 simpatizantes zapatistas presos, 21 secuestros y 17 heridos. [16]

Bajo el auspicio priísta gubernamental, Paz y Justicia se convirtió en uno de los bastiones más sanguinarios de la estrategia contrainsurgente en Chiapas. Prueba de ello es que el 4 de julio de 1997, el entonces gobernador Julio César Ruiz Ferro firmó un convenio con Paz y Justicia, en el que se comprometió a otorgar a este grupo un total de 4 millones 600 mil pesos con objeto de «apoyar y fomentar la actividad agroproductiva», convenio que signó como “testigo de honor”, el general Mario Renán Castillo. Se cuenta que los paramilitares de Paz y Justicia recibían apoyo y entrenamiento de los Cuerpos de Seguridad Pública y Ejército Nacional Mexicano, también recibían auxilio por parte de las policías estatal y municipal, además de actuar en completa impunidad, al saberse protegidos por Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE).

Entre los principales nombres que el Centro Prodh registra como patrocinadores de está guerra a:

Samuel Sánchez Sánchez, diputado del PRI por el VIII distrito (Yajalón), líder de Socama; fundador, vocero,»coronel y general» de Paz y Justicia. Marcos Albino Torres López, ex militar de Masojá Grande, en Tila; primer regidor de este municipio; señalado como quien proporciona entrenamiento al grupo Paz y Justicia. Wulfrano Martínez, de El Crucero (Tila), señalado como quien controla al grupo paramilitar. [17]

Como era de esperarse el general Mario Renán salió a desmentir la participación del ejército en la formación de grupos armados: En Chiapas no existen los grupos paramilitares, como afirman los defensores de derechos humanos; lo que hay son grupos de civiles que están o estuvieron armados por los conflictos intercomunitarios que se dieron a partir del estallamiento del conflicto en 1994 [18]. Sin embargo esto contrasta con el homenaje realizado por Desarrollo, Paz y Justicia en noviembre de 1997, al general Renán Castillo al trasladarse de región militar, en agradecimiento por los servicios prestados, entregándosele una distinción al respecto.

Otros, como el entonces precandidato a la presidencia Felipe Calderón, quien formó parte de aquella legislatura que planteó la contrareforma indígena y que se ha mostrado como un fiel opositor a los procesos de autonomía, por considerarlos fuera de la legalidad, expresó sus dudas: aunque se me hace muy difícil de creer, debe investigarse. [19]


[1] La respuesta militar, México Armado Laura Castellanos

[2] La Guerrilla de Genaro y Lucio. Análisis y resultados. Baloy Mayo.

[3] El cuarto informe México Armado, Laura Castellanos

[4] San Juan Copala: Dominación política y resistencia popular. De las rebeliones de Hilarión a la formación del Municipio Autónomo. Francisco López Bárcenas,

[5] México Armado Laura Castellanos

[6] El halconazo, historia de represión, cinismo y mentiras se mantiene impune. Gustavo Castillo García. La jornada 9 de junio de 2008

[7] El gobierno creó en 1976 brigada especial para “aplastar” a guerrilleros en el Valle de México. Gustavo Castillo García. La jornada 7 de julio de 2008

[8] Miguel Nazar Haro, la guerra sucia y la obediencia debida, Carlos Fazio, La jornada 28 de febrero de 2004

[9] Juan Chávez Hoyos Biografía. H.I.J.O.S

[10] México Armado, Laura Castellanos. entrevista bajo condición de anonimato, ciudad de México noviembre de 2001

[11] Darrin Wood La conexión de EU con la Guerra Sucia La jornada 2 de noviembre de 2002

[12] “Sólo obedecía órdenes”, escudo en el que se parapeta Miguel Nazar Haro, Carlos Fazio, La jornada, 29 de febrero de 2004

[13] Manual de guerra irregular. Operaciones de contraguerrilla o restauración de orden, SEDENA, México, 1995

[14] El Ejército organizó y apoyó a bandas para aislar al EZLN, La Jornada 9 de Febrero de 2005.

[15] Como consta en un documento del Centro Prodh, en Chiapas se desarrollaron varios grupos paramilitares además de Paz y Justicia, entre los que destacan: 1) Primera Fuerza, grupo armado priísta, al que se le atribuye el asesinato, el 19 de agosto de 1996, de seis jóvenes en San Pedro Chenalhó, a quienes, al grito de “son zapatistas”, se les arrojó vivos de la cima del cerro Chixiltón, a una grieta de 100 metros de profundidad; 2) Máscara Roja, grupo organizado en comandos, que empleó armas de uso exclusivo del Ejército, los cuales, bajo la consigna “Vamos a terminar con la semilla zapatista”.. perpetró la masacre de Acteal, el 22 de diciembre de 1997. Además de torturar a 13 indígenas zapatistas, el 19 de septiembre de 1997, quemar 60 viviendas en Miguel Utrilla y Puebla, municipio de Chenalhó, acribillar el 21 de septiembre de 1997, a los indígenas tzotziles Mariano Vázquez Jiménez, de Polhó, y Joaquín Vázquez Pérez, de Los Chorros, en Chenalhó, entre otras acciones. 3) Los Chinchulines, grupo que contaba con cerca de 250 integrantes organizados en comandos, que empleaban armas de uso exclusivo del Ejército y uniformes de Seguridad Pública. Este grupo es responsable de asesinar, herir, quemar y robar posesiones de poblaciones indígenas en los municipios de Chilón, Yajalón, Ocosingo, Venustiano Carranza, además de provocar el desplazamiento de casi 1500 personas entre indígenas y mestizos de Bachajón. 4) Movimiento Indígena Revolucionario Antizapatista (MIRA), grupo paramilitar priísta al que se le atribuyen hechos violentos en Los Altos, Selva Lacandona, Las Cañadas y norte de La Selva. Este grupo es responsable de la desaparición el 22 de mayo de 1997 del maestro Emilio López Gómez, en Las Margaritas. El 13 de diciembre de 1997 secuestran a otro profesor, Rodolfo Gómez López, de la comunidad Francisco I. Madero, municipio de Las Margaritas. Luego de la matanza de Acteal, aparecieron el 5 de enero de 1998, escritos anónimos en Oxchuc en los que se advertía de acciones violentas en contra de indígenas simpatizantes zapatistas y de la sociedad civil en los municipios de Oxchuc, Sitalá y Ocosingo. Amenazaban con “poner en acción por primera vez sus armas”. Ibíd. pp. 22-31

[16] Chiapas. La guerra en curso. Centro de Derechos Humanos «Miguel Agustín Pro Juárez», A.C.México, Febrero de 1998 pp. 86

[17] Ibídem. p.28

[18] Descartó Renán Castillo en 2000 la existencia de bandas contrainsurgentes, La Jornada 10 de Febrero de 2005

[19] Protegerá México al ex comandante de Paz y Justicia, La Jornada 10 de Febrero de 2005

la fuente: kaosenlared.net