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Hay un territorio liberado dentro del campus de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Se llama auditorio Che Guevara. Conocido hace medio siglo como el auditorio Justo Sierra, su nombre fue cambiado por los estudiantes en la huelga de 1968 y tres décadas después fue tomado en la huelga estudiantil de 1999-2000. Perdido brevemente luego de la invasión de 2,500 policías federales militarizados a la UNAM el 6 de febrero del 2000, el auditorio fue retomado unos meses después. Desde entonces, varios grupos se han encargado de mantener el espacio.
El auditorio, ahora nombrado OkupaChe, se define como un espacio autónomo de trabajo autogestivo, un espacio del pueblo que se conforma de varios colectivos e individuos.
Ahí puedes disfrutar de una deliciosa comida vegetariana, encontrar algo interesante para leer en la Fanzinoteca, escuchar las últimas noticias en Radio Desobediencia, ver una buena obra de teatro del Ollin Company, aprender de la medicina alternativa, participar en un debate sobre un tema de relevancia social, ayudar a pintar uno de los murales que adornan las paredes, cultivar hortalizas orgánicas, asistir a una asamblea, ir a un buen toquín o participar en talleres de software libre, danza, tambores, medios libres, diseño gráfico, teatro callejero, artesanías o idiomas, entre muchas otras opciones. Ahí se organizan actividades libertarias y anarquistas, igual que eventos en apoyo a las luchas de pueblos, el zapatismo, los presos y presas políticas, las luchas estudiantiles, y los proyectos autónomos.
Lo que NO encontrarás en el OkupaChe es capacitación para ser el ejecutivo de una gran empresa transnacional o un policía de investigación o inteligencia, o un senador, diputado, magistrado o jefe de un podrido partido político. Ahí se ofrece educación para vivir con dignidad en un mundo tambaleante, es decir, el mundo actual.
La presencia del OkupaChe siempre ha sido la peor pesadilla de las autoridades de la UNAM, especialmente del rector anterior, José Narro Robles, quien prometió echar del auditorio a «los maleantes» y hacerlo de nuevo un lugar «decente» de alta calidad moral e intelectual. El nuevo rector, Enrique Luis Graue Wiechers, sigue los mismos pasos al lanzar una ofensiva para desalojar el espacio. Graue ha sido bien retratado por los subcomandantes Galeano y Moisés del EZLN como un triste burócrata que «toda su vida se ha esforzado en ser un buen policía».
Un solo ejemplo de la calidad moral de los dos rectores se encuentra en un artículo publicado por Contralínea en diciembre pasado. El informe los señala por solapar la corrupción en la UNAM con respecto a los «desvíos, sobreprecios, falta de registros y millones de pesos gastados sin licitación alguna o sin contratos incluso…. en la organización de la Olimpiada Nacional 2014».
La más reciente embestida contra el OkupaChe empezó con el secuestro y encarcelamiento de uno de sus activistas –el artesano y cocinero Jorge Emilio Esquivel Muñoz, «el Yorch». El joven fue levantado el 24 de febrero a las 9:45 pm, por 10 o 15 agentes armados, vestidos de civil. Los agentes federales, quienes nunca se identificaron como policías, taclearon a «Yorch», lo golpearon y lo subieron a punta de pistola a una camioneta color blanco sin placas, mientras su compañera y otras personas intentaron impedir que se lo llevaran. La detención ilegal se realizó unos minutos después de que «Yorch» hubiese salido de un evento realizado en el Auditorio Che Guevara en apoyo a los presos políticos y desaparecidos.
Después de una frenética búsqueda, «Yorch» por fin se localizó cuatro horas después en la agencia del Ministerio Publico de la delegación Cuauhtémoc, donde le achacaron una mochila con 50 envoltorios de cocaína en piedra, 26 pastillas psicotrópicas Rivotril y 300 gramos de mariguana en greña para acusarlo de ser «narcomenudista». Fue hasta el mediodía del 25 de febrero cuando lo presentaron ante un agente del Ministerio Público, violentando así el debido proceso.
Después de rendir su declaración ministerial, fue trasladado a la delegación de la Procuraduría General de la República (PGR) en Azcapotzalco, donde algunos activistas se manifestaron en su apoyo. Sus compañeros insistieron en que era crucial obtener los videos captados por las cámaras de vigilancia, los cuales demostrarían que Jorge no llevaba maleta o mochila alguna.
Mientras tanto, los medios comerciales funcionaron como voceros de la PGR, como si nunca hubieran escuchado de «la presunción de inocencia» de una persona detenida. Varios de ellos, como La Razón y Excelsior, repitieron como loros la versión de la captura, no de un «presunto dealer», sino de «un dealer», encontrándolo culpable antes del inicio de su proceso. En El Financiero, el titular fue «’El Yorch’ era ‘activista’, pero comercializaba con coca y mariguana», como si la acusación hubiera sido comprobada.
Sin preocuparse por el terror policiaco mostrado en la detención de Yorch o por una posible desaparición forzada, los medios comerciales se escandalizaron porque los jóvenes del OkupaChe incendiaron botes de basura, llantas, ramas y un vehículo de vigilancia como forma de protesta ante el secuestro del «Yorch». A la vez, aplaudieron al jefe de gobierno, Miguel Ángel Mancera, cuando anunció que se reforzaría la vigilancia en los alrededores de Ciudad Universitaria.
Sin que pasaran las 48 horas constitucionales, y mucho menos las 96 posibles ante el tipo de acusación, «Yorch» fue llevado al CEFERESO 11, una prisión de máxima seguridad en Hermosillo, Sonora.
Yorch pasó 15 días en condiciones crueles en esa prisión de modelo estadounidense, antes de salir bajo fianza el 9 de marzo por falta de pruebas o testimonios que demostraran la venta de droga. Graue se indigna, dicen los comandantes zapatistas, «porque la policía no hace bien el trabajo de fabricar culpables». Sin embargo, en un momento cuando se debate la legalización de mariguana en el país, el activista todavía enfrenta cargos de posesión de la hierba y de las otras drogas.
En una conferencia de prensa realizada el 17 de marzo en el Auditorio Che Guevara, de acuerdo con uno de los resolutivos de la Asamblea Estudiantil y Académica celebrada el día 12 de marzo en la Facultad de Filosofía y Letras, varios miembros del OkupaChe denunciaron la detención del «Yorch» y exigieron su libertad. Hablaron de la criminalización de la lucha social y de la importancia de defender el espacio autónomo.
Reconocieron que en las asambleas se han expresado diferencias de opinión sobre lo que pasa ahora en el espacio. Sin embargo, dijeron, los estudiantes y profesores de la Asamblea «están de acuerdo en que no haya injerencia de las autoridades en el auditorio. Se está planteando que se mantenga como un espacio autónomo. Y, en todo caso, si se tiene que reorganizar el trabajo en el Che, no va a ser mediante un diálogo o un acuerdo con las autoridades sino con el sector estudiantil y el sector social».
En la conferencia de prensa, también se denunció el clima de hostigamiento que los activistas del Che han vivido a partir de la detención de «Yorch», incluyendo seguimientos y amenazas en sus teléfonos celulares.
El ataque policiaco/jurídico/mediático contra «Yorch» fue seguido por un intento de levantar a otro compañero después de que él salió del auditorio a las 11 de la noche del 20 de marzo, justo cuando caminaba por avenida Universidad con rumbo al metro. En un comunicado no difundido en los medios comerciales, el colectivo OkupaChe reportó: «A nuestro compañero se le empareja y se estaciona un auto deportivo color amarillo y sin placas, de él descendieron dos personas de aproximadamente 1.80 metros vestidos de playera blanca, jeans azules y corte casquete corto; bajaron, lo golpearon e intentaron subirlo hacia el auto, cuando una mujer se percató del forcejeo, comenzó a gritar ‘se lo quieren llevar’ y las personas de su alrededor se empezaron a juntar, motivo por el cual tales sujetos frustraron el ataque y huyeron en dirección al metro Miguel Ángel de Quevedo».
Y si esta mujer no hubiera gritado, ¿qué habría pasado? ¿Una desaparición forzada? ¿La detención y encarcelamiento de otro activista de la OkupaChe para seguir con la criminalización?
Graue ahora reúne apoyo para un desalojo. Insiste en que él privilegiará el diálogo antes de pedir la intervención poliaca/militar, pero no ha propuesto ningún diálogo. Sin embargo, ha conseguido el respaldo para un desalojo de varias entidades: el Consejo General de la UNAM, el Consejo Técnico de la Facultad de Filosofía y Letras y el Senado de la República, prometido por el coordinador del PRD Miguel Barbosa Huerta y el presidente de la Junta de Coordinación Política, Emilio Gamboa Patrón. El rector también recibe apoyo de un grupo de estudiantes de la Facultad de Derecho que ha convocado a un mitin en la Rectoría para el viernes 1 de abril para promover el desalojo. «Creemos que (Graue) fue recto en decir que se va a agotar el diálogo y que en caso de que no se logre nada, se usará la fuerza pública», dijo uno de los estudiantes.
La criminalización en los medios de comunicación también se ha extendido a otros activistas que han participado en el OkupaChe en el pasado o presente, y también a varias personas que nunca han participado en ella. Las fotos e información publicadas en El Universal, Reforma, La Jornada, Milenio, La Razon, 24-Horas, Radio Fómula, Excelsior y otros medios de comunicación, pintan a más de una docena de activistas como delincuentes, vendedores de droga y vándalos que tienen el auditorio Justo Sierra tomado ilegalmente. Sus informes difamatorios ni siquiera cuestionan la información difundida por la Rectoría y la PGR.
La mayoría de las fotos son las mismas que salieron en 2013 y 2014, cuando se reportó que la PGR había abierto averiguaciones previas contra 19 «delincuentes». La mitad de las personas criminalizadas en las supuestas averiguaciones también han sido castigadas injustamente por participar en luchas contra la privatización de la educación. Un activista pasó más de un año en prisión por haber participado en la marcha del 2 de octubre de 2009, y otro pasó, también, más de un año en prisión, acusado del delito de ataques a la paz pública en la marcha del 2 de octubre de 2013, aunque fue detenido ANTES de llegar a la marcha. Otros cuatro compañeros y compañeras fueron detenidos en el mismo momento bajo la misma acusación. Varios de ellos todavía tienen que ir a firmar cada semana, acusados de un delito ya declarado inconstitucional el febrero pasado.
Está también en la lista de «delincuentes», una maestra de la medicina alternativa y un maestro de teatro y danza que no se limita a actuar en un escenario, sino que lleva sus producciones a las calles y plazas de comunidades urbanas y rurales en solidaridad con sus luchas. Y para el colmo, en la última versión de la lista difundida por Ciro Gómez Leyva en Radio Fórmula, la madre de un activista asesinado hace cuatro años ahora está nombrada por el gran crimen de exigir respuestas con respecto a la muerte de su hijo.
Cuando periodistas liberales, como Sanjuana Martínez, expresan alarma sobre la amenaza presentada por el OkupaChe al inexistente «estado de derecho» en México, viene a la mente la imagen del payaso Brozo arrancándose los cabellos sobre la misma amenaza supuestamente presentada por el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra en Atenco ese mayo sangriento del 2006: «¡Ay Dios mío! ¡Fíjense en la golpiza que esos revoltosos dieron al policía! ¡Está en riesgo el estado de derecho! ¿Qué hacemos?¿Quedarse de brazos cruzados? ¡El estado de derecho! ¡El estado de derecho! ¿Qué hacemos? ¿Qué hacemos?».
Pues, enviar miles de tropas federales y estatales para golpear, torturar y asesinar a campesinos dignos que defienden sus tierras, payaso. Tú lo pediste.
Los ataques contra el auditorio Che Guevara ocupado no son nada nuevo. En 2008 el rector José Narro declaró su intención de desalojar el auditorio, y ese año la táctica principal consistía en ataques por grupos porriles bien conocidos. Aunque la mayoría de los espacios estudiantiles quedaron indefensos ante los ataques, el OkupaChe opuso resistencia en varias ocasiones, incluyendo el día 12 de septiembre. A los porros no les fue tan bien ese día.
Durante todo el régimen de Narro, sin embargo, hubo un sinfín de amenazas de muerte, calumnias en los medios de comunicación y un ataque violento el 3 de marzo del 2014, protagonizado por grupos que buscaron controlar el auditorio, con un saldo de tres compañeros de la okupa brutalmente torturados y golpeados con el pretexto de que eran «sucios drogadictos».
Ocho meses después, el 15 de noviembre, varios integrantes de la okupa increparon a cuatro agentes que llegaron en un Sentra para sacar fotos del espacio, en una presunta investigación del robo de un teléfono celular. La presencia ilegal de un secretario del Ministerio Público, un elemento de la Policía de Investigación y dos peritos de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) provocó la ira de los activistas. Mientras el enfrentamiento se acaloró, el policía de investigación Luis Javier Aguinaga Saavedra disparó a un compañero, hiriéndolo en el muslo. Los agentes agresores se quejaron de que el tirador luego sufrió un descalabro y que el Sentra fue quemado. Los 500 granaderos del Distrito Federal que llegaron ilegalmente para «poner orden» fueron repelidos con piedras y botellas lanzadas por al menos 100 jóvenes. El compañero herido puso una demanda contra Aguinaga y como resultado, ha sido objeto de amenazas y seguimientos hasta la fecha.
Mientras, los colectivos de la okupa han insistido en que resistirán el desalojo y cada ataque contra ellos tendrá una respuesta. No saldrán del espacio por su propia voluntad, pero si el rector es lo suficiente estúpido para sacarlos de ahí con la fuerza policiaca-militar, las ocupaciones se multiplicarán. Como una importante forma de resistencia, simplemente siguen con su trabajo diario y organizan cada vez más eventos, incluyendo un día de solidaridad internacional con «Yorch» el próximo 23 de abril.
Voces desde el OkupaChe
Y ante la criminalización, ante el peligro de ser levantadx, desaparecidx, encarceladx o baleadx, ¿qué es lo que motiva a los colectivos e individuos del OkupaChe a defender este espacio autónomo? Para ellos, ¿cuál es el aspecto más importante de su trabajo, el que más les gusta? Aquí tengo unas respuestas:
- Bueno, fuera de que está dentro de una institución como la UNAM, y que rompe con todo lo convencional, me gusta la libertad y la apertura que hay, la diversidad de pensamientos e ideas y la libertad con que se pueden hacer acciones o actividades con ese libre albedrío de hacerlo porque te nace o porque tienes una idea. Aquí se puede materializar una buena parte de lo que se tiene pensado como lucha.
- Lo que más me gusta de este espacio, aparte de las luchas internacionales, es que se junta mucha banda librepensadora que puede expresar sus ideas y trabajar individualmente y también en el apoyo mutuo de la comunidad, de toda la banda. Y seguir aprendiendo, ¿no? Hay muchas cosas que aprender, mucho material, mucha información. Y pues sí, muy importante la solidaridad con todas las personas.
- Creo que ocupar estos espacios es una forma muy digna de vivir, de hacer trabajo político. Tú eliges como vives, tú eliges qué construyes, qué haces, qué no haces, no por obligación sino por conciencia. Las autoridades están desplazadas. El comedor nos ayuda a alimentarnos bien sin comer carne. Me gusta ayudar a mantener la videoteca y difundir luchas importantes por Radio Desobediencia todos los días.
- Estamos aquí en la cocina preparando la comida vegetariana. Es una de las cosas que más me gusta, igual que el arte, el teatro y la música. Me gusta construir la autonomía, cosas nuevas, relaciones nuevas, relacionarnos de forma distinta a la que es en interés individual, el egoísmo y el consumismo. Les invitamos a venir al espacio a apoyarnos. Ahora está muy fuerte la campaña en contra del espacio, cosas fuertes por parte de la Rectoría. Estamos aquí construyendo otro mundo.
- Hace más o menos dos años y medio que empecé a llegar al espacio por medio de amigos y amigas que estaban trabajando aquí. Era una forma alternativa para vivir y llevar nuestra vida cotidiana a un plano distinto de lo que para nosotros era lo normal. Vivir colectivamente conlleva muchas responsabilidades y problemas, pero de una forma todos preferimos esto a una vida que ya sabemos a donde nos conduce. Por eso no la queremos.
- Me gusta que este es un lugar donde llega mucha gente y se encuentran y platican y conversan, donde se crean amistades, lazos, trabajos, proyectos. No sé, de alguna forma se siente la vida aunque a veces estamos deprimidos y agüitados, intentamos animarnos entre nosotros, porque si no estamos juntos, es más fácil quebrarnos. Aunque cada quien lleva su vida individual, vamos trabajando esa colectividad, defendiendo nuestro individualismo pero trabajando en conjunto. Me gusta estar aquí porque me siento bien. Me gusta estar con las personas que quiero. Me gusta hacer las cosas que quiero hacer.
- Aquí nos ocupamos de cosas muy importantes como la libertad de los presos políticos y el daño que hace a los seres humanos el sistema carcelario. Hoy mismo hubo un taller sobre esto y otro sobre las drogas como una forma de control social. No son temas abstractos. Tienen mucho que ver con nuestras vidas y los peligros que enfrentamos.
- Me gustan los talleres, por ejemplo, el de la autodefensa personal. En este último mes han estado atacando a la gente en el espacio, intentando levantarnos, entonces la defensa personal en este ambiente se aplica inmediatamente. También está el espacio anarco-feminista donde compartimos nuestras experiencias. Vivimos en una sociedad machista, pero aquí en este espacio, muchas personas empiezan a romper con las formas patriarcales de vivir, sin ser dominadas por el machismo y el sexismo.
- Aquí tenemos un huerto medicinal donde podemos aprender cuales plantas nos ayudan a curarnos y que se pueden usar para hacer las microdosis. Varios compas aquí tienen experiencia en la medicina alternativa y nos ayudan a mantenernos en buena salud y enseñar a otras personas a hacer lo mismo.
- Lo que más me gusta es compartir experiencias con mis compas porque todos somos muy diferentes y esto nos nutre. También los compas aquí son muy solidarios o intentamos serlo. Y me gusta que siempre buscamos alternativas para vivir en esta realidad.
- Para mí, este espacio es como un semillero donde nos retroalimentamos como individuos que lamentablemente nacimos en esta sociedad mecanizada e industrializada. Aquí proponemos nuevas formas de trasgredir la realidad. Hay muchas maneras. Cada quien escoge la manera, pero para mí, trasgredir lo impuesto. La realidad es violenta. Es opresora. Trasgredir es proponer nuevas formas de relacionarnos. Esta para mí es vida. Y por la vida vale la pena luchar. Y por la libertad de las personas también.