Rompiendo la maldición de lugares olvidados

Por Simón Sedillo

La primera estrategia exitosa de las autodefensas, emanadas de la comunidad, en contra del cártel de los Caballeros Templarios en Michoacán, tuvo lugar el 15 de abril de 2011 en la comunidad indígena Purépecha de Cherán, Michoacán. Las implicaciones del éxito de este original levantamiento contra los Caballeros Templarios y el narcogobierno son incalculables. Sin embargo, lo que hoy es evidente es que esta estrategia se ha desparramado contagiosamente a través del estado e incluso ha inspirado a comunidades mestizas, no indígenas, a replicarlo. Desde febrero de 2013, una variedad de comunidades, tanto indígenas como mestizas, se han levantado en armas, expulsado a la policía municipal de sus localidades, expulsado a los Caballeros Templarios de sus territorios y han comenzado a verse envueltas en estrategias de autogobierno fundadas en el modelo de una asamblea general por consenso. La mayoría de las comunidades mestizas- no indígenas del estado de Michoacán son conocidas por su racismo hacia la gente indígena y sus comunidades. Verlas ahora practicar estrategias indígenas para la liberación comunitaria es un hecho histórico y nunca antes visto.

La inescapable imposición de la percepción pública

Uno de los mayores obstáculos que han enfrentado los comunitarios (movimiento de autodefensas) en Michoacán ha sido la percepción pública general a nivel nacional e internacional. Para mala suerte de los comunitarios, la percepción pública está fabricada principalmente por los medios de comunicación masivos, que intenta estandarizar y simplificar los movimientos sociales en pequeñas píldoras etiquetadas como buenas o malas, blancas o negras, correctas e incorrectas. El estándar usado para determinar la validez social y política de un movimiento social está claramente configurado por intereses políticos y financieros muy específicos. El problema es que como sociedad global hemos permitido constantemente que los medios masivos sean nuestra fuente primaria de comunicación colectiva a pesar de todas sus obvias e hipócritas contradicciones. Permitir que los movimientos sociales sean estandarizados y simplificados por los medios de comunicación comerciales sofoca a lo largo del mundo la diversidad encontrada en estos movimientos para la liberación comunitaria.

Existe además otra imposición externa en la percepción pública sobre los comunitarios que nace de la mayoría de los académicos, intelectuales e incluso muchos activistas solidarios quienes buscan «purismo» en los movimientos sociales. Hay una tendencia a exigir una estricta línea política de los movimientos sociales con la cual ellos pueden posicionarse y trabajar en solidaridad. Esta solidaridad selectiva ha generado una poderosa dinámica de exclusión en términos de quien recibe atención y quien no, en términos de quien recibe solidaridad y quien no, y en términos de quien es considerado un movimiento social y quien no. Movimientos sociales considerados impuros son descartados y desacreditados casi instantáneamente.

Históricamente, sectores enteros de la sociedad mexicana han sido constantemente excluidos de ser considerados como movimientos sociales hasta que estas comunidades se hacen escuchar por ellas mismas. El estado de Michoacán es uno de esos lugares. México y el mundo han excluido a la gente de Michoacán de la atención, solidaridad, apoyo, aceptación, comprensión y de una oportunidad de una vida digna durante más de una década. Incluso, izquierdistas radicales siempre han mantenido a los llamados narcoestados como Michoacán a distancia como si fueran un par de calzoncillos sucios, y prejuiciosamente concluyen: «Estos lugares están condenados. Esta gente está condenada. No hay nada que hacer aquí. Hay mucha corrupción. Es muy violento. No hay esperanza.» Esta actitud despectiva hacia las comunidades, que han sobrevivido a una guerra muy sucia durante los últimos ocho años, es parcialmente responsable por las más de cien mil muertes y diez mil desapariciones perpetuadas por una variedad de carteles a lo largo de México en una abrumadora colusión con todos los niveles del gobierno mexicano.

Tanto indígenas como comunidades mestizas de Michoacán han tenido que confrontar el mismo monstruo. A pesar de la percepción pública generalizada, Michoacán se ha levantado y claramente está prevaleciendo. El movimiento comunitario, que crece constantemente, ha obligado al mundo a mirar finalmente a Michoacán de un modo distinto. Las autodefensas han obligado al gobierno federal mexicano a montar un publicitado show donde finalmente está tomando a la gente en consideración. Hoy se ha vuelto dolorosamente claro que el problema de Michoacán no es solamente sobre drogas, corrupción y el crimen organizado sino que está mucho más relacionado con el mismo problema que enfrenta el resto de México: la consecuencia de un sistema militar, político y económico impuesto por más de veinte años, que transforma en desechables a sectores enteros de la sociedad cuando se trata de asegurar el control del territorio, la mano de obra barata, los recursos naturales y las ganancias.

La imposición militar, política y económica

A través de los acuerdos de libre comercio de Norteamérica, políticos, bancos y transnacionales han impuesto una estrategia de economía política militar en México desde 1992, la cual ha incluido la privatización de las telecomunicaciones, transporte, educación, salud, energía, y por supuesto tierra y recursos naturales. Las comunidades indígenas a lo largo de México han resistido contra esta privatización de sus tierras comunales y ejidales. En respuesta a la extensa y fallida estrategia de privatización de la tierra, el gobierno mexicano con la ayuda del gobierno estadounidense ha incrementado el uso de estrategias militares de defensa interna y paramilitarismo. Hoy, una cultura paramilitar prevalece en toda la sociedad mexicana, no solamente a las comunidades indígenas. Por cada grupo social que intenta resistirse y organizarse contra las imposiciones militares, políticas y económicas del neoliberalismo, hay una contraparte paramilitar, dispuesta a actuar como provocador, grupo de choque o incluso como escuadrón de la muerte, para descarrilar los esfuerzos del cambio social a través de la amenaza de violencia y fuerza bruta.

Podemos reconocer el paramilitarismo a través de los siguientes criterios:

1) Que la organización paramilitar esté conformada por civiles con un punto de vista opuesto al que mantiene el movimiento social-civil ya sea cultural, social, laboral, geográfico, religioso o político.

2) Que la organización paramilitar esté financiada y entrenada por una entidad oficial como los militares, policías u otra entidad de gobierno, transnacionales, bancos o caciques locales.

3) Que la organización paramilitar lleve a cabo actos de violencia y brutalidad como la estrategia primaria para así tomar control del territorio y los recursos naturales.

4) Que la organización paramilitar funcione con completa impunidad de ser procesados por alguna entidad de gobierno oficial.

5) Que los actos de violencia llevados a cabo por la organización paramilitar funcionen como «atrocidades negables» para que el estado, transnacional, bancos o el gobierno oficial puedan negar responsabilidad o complicidad y alegar disputas civiles internas y, por consiguiente, justificar más intervenciones policiales o militares en una región dada.

Todo el propósito del paramilitarismo es dividir y conquistar sin aparentar hacerse públicamente ni a un nivel oficial para luego justificar la militarización oficial y lograr el fin último, controlar los territorios y sus recursos naturales. Los casos más relevantes de paramilitarismo en México pueden ser encontrados en las disputas por el terreno contra comunidades indígenas, en particular en los estados de Chiapas, Oaxaca y Guerrero. Profundos análisis e investigaciones han revelado el alcance de esta estrategia utilizada para debilitar las luchas indígenas en defensa de la autonomía de la tierra y la autodeterminación en estos estados. Ya no queda duda de que se está utilizando una estrategia de guerra de baja intensidad en estas regiones.

El ensordecedor silencio del narcoparamilitarismo

Cuando se trata de estados como Michoacán de alguna manera los medios masivos de comunicación, la academia, y muchos activistas solidarios han ignorado las tendencias del crimen organizado hacia el paramilitarismo. La gente en Michoacán ha tenido que luchar para sobrevivir y prevalecer en las puertas de un enfrentamiento violento entre tres diferentes carteles, La Familia Michoacana, los Zetas y ahora los Caballeros Templarios. Michoacán es conocido en el mundo por el tráfico y cultivo de marihuana pero, con una creciente tendencia hacia la descriminalización y legalización de la marihuana en Estados Unidos, hoy los Caballeros Templarios se han tenido que diversificar en la producción de metanfetaminas. En un mercado globalizado de mano de obra varara, tierra y recursos naturales los carteles de México también se han diversificado a una industria mucho más lucrativa, la cual es el uso de la violencia como herramienta de coerción para obtener el control territorial. Hoy el cartel de los Caballeros Templarios continúa cosechando terror con la precisión de un escuadrón de muerte militar mientras mantiene una operación de contrabando de drogas internacional. El cartel sin embargo también ha comenzado de manera silenciosa a asumir la seguridad de los territorios donde transnacionales, bancos y oligarquías políticas pretenden extraer ilegalmente recursos naturales.

Si aplicamos los cinco criterios anteriormente mencionados que constituyen a una organización paramilitar, lo que vemos es a cárteles con un nivel de paramilitarismo profesional que ya ha sobrepasado a las clásicas formas de paramilitarismo, en donde el ejercicio del control territorial es absoluto. Además del tráfico de narcóticos, secuestros, tortura, coacción, el cobro de piso, violaciones, asesinatos, trafico de órganos, canibalismo, y la muestra pública de mutilaciones, el cártel de los Caballeros Templarios de Michoacán ha tomado control de industrias legítimas completas, tales como el cultivo del aguacate, el limón y las operaciones mineras. En otros casos, tales como Cherán y Ostula el cártel provee de seguridad armada para la tala ilegal de bosques. Esta es la verdadera cara del narcoparamilitarismo en México hoy.

Desde una campaña de desprestigio hasta la legalización

A pesar de las evidencias que muestran que los Caballeros Templarios son el problema real en Michoacán, los medios de comunicación han continuamente criminalizado a los comunitarios tratando de atribuirles supuestas conexiones con el crimen organizado en particular el cartel de Jalisco Nueva Generación. Una preocupación de los intelectuales y activistas es que el gobierno federal esté cooptando a los comunitarios. Muchos activistas y académicos los han desacreditado tildándolos de oportunistas, mercenarios e incluso como paramilitares patrocinados por el estado y modelados al estilo de la intervención estadounidense en Colombia. Ellos claman que están funcionando sin el apoyo o involucramiento de la comunidad y que no responden a las comunidades que ellos liberan.

Puede que efectivamente haya instancias de oportunismo detrás del movimiento comunitario. Puede incluso que haya evidencia en casos aislados de que algunos de estos grupos estén recibiendo apoyo económico de algún cartel, o incluso de que miembros de los carteles se disfracen o actúen como comunitarios. Hay alguna evidencia de la presencia aislada de mercenarios en la primera línea y en algunos de sus avances. También hay evidencia clara de que el gobierno federal intenta cooptar al movimiento comunitario registrándolos a ellos y sus armas a través de la Secretaría de la Defensa Nacional. Sin embargo, hay mucha más evidencia sobre el creciente apoyo de las comunidades a las diversas expresiones del movimiento de autodefensas en un nivel local. El movimiento en terreno está comenzando a fomentar formas alternativas de autogobierno y autodeterminación basadas en la comunidad, formas que no están desafiando nada mas al cártel sino también al gobierno mismo y al sistema de economía política militar que los ha llevado a esta situación.

El gobierno federal y estatal ha comenzado a convulsionar ante la extendida estrategia de liberación comunitaria que se ha dado durante meses desde el año pasado a través de Michoacán en las comunidades de Tepalcatepec, la Ruana, Buena Vista, Coalcomán, Aguililla, Nueva Italia y Antúnez, entre otras. Mientras los comunitarios comenzaban a rodear el bastión templario en la ciudad de Apatzingán, el gobierno federal respondió con una estrategia de descrédito, criminalización y desarme de los grupos de autodefensa. El 13 de enero de 2014, poco después de ser liberado, el gobierno mexicano llegó al pueblo de Antúnez y comenzó a desarmar de manera agresiva a los grupos de autodefensas. Este no sería ni el primero ni el último intento de desarme de los militares hacia los grupos de autodefensa; ese día sin embargo las cosas salieron muy mal. Miembros de la comunidad de Antúnez salieron en apoyo de los comunitarios que estaban siendo desarmados, mientras miembros del ejército mexicano abrieron fuego contra una masa de civiles desarmados, matando cuatro personas incluida una niña de once años.

Luego de meses de una campaña de criminalización por parte de la prensa comercial, repentinamente el gobierno federal empezó a hablar de la legalización de grupos de autodefensas a través de las poco conocidas fuerzas de policía rural. Los gobiernos federal y estatal pidieron detener el avance de los comunitarios hacia nuevos territorios, mientras se acordaban los detalles del acuerdo de legalización. El 27 de enero de 2014, varios representantes de los grupos de autodefensas del estado de Michoacán firmaron un acuerdo con el gobierno estatal y federal para dar inicio el proceso de legalización de los comunitarios, la cual incluye el registro oficial de sus miembros y sus armas con el ejército mexicano a través de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA).

Para el comienzo de febrero de 2014, únicamente 500 de los comunitarios se habían registrado con la SEDENA, cuando existe la evidencia de la presencia de más de 15 mil de ellos a través de todo el estado de Michoacán. A pesar del ahora transparente intento del gobierno por cooptar el movimiento, la estrategia ha sido poco eficaz debido a la desconfianza generalizada hacia el gobierno y en particular hacia el ejército, quienes han sido comisionados para supervisar el proceso de registro. Muchos de los comunitarios con los cuales yo hablé temen que en algún punto ellos serán criminalizados por el gobierno federal y estatal. En respuesta al arresto del líder comunitario Hipólito Mora de la comunidad de la Ruana y los conflictos en marcha con los funcionarios públicos, el domingo 16 de marzo, el vocero oficial del movimiento comunitario, Doctor José Manuel Mireles, anunció la ruptura oficial con el gobierno.

Rompiendo la maldición de lugares olvidados

A pesar de que el cese al fuego teóricamente estaba en efecto, los comunitarios en el frente no detuvieron sus avances hacia nuevos territorios, y el 27 de enero de 2014, mismo día en que se firmaba el acuerdo de paz con el gobierno, avanzaron hacia la comunidad de Peribán, Michoacán. La liberación de Peribán ese día fue pacífica e incluso se vio festiva. Peribán fue liberado por grupos de autodefensas de las comunidades de Tepalcatepec, Buena Vista, Nueva Italia, Los Reyes, entre otras, como también por miembros de la comunidad de Peribán que habían sido previamente exiliados por la narcoviolencia y se habían unido a grupos de autodefensa en su avance a través de Tierra Caliente en la región de Michoacán. Muchos comunitarios de Peribán me contaron que se habían unido con las esperanzas de algún día liberar su propia comunidad y el lunes 27 de enero de 2014, ese día llegó.

Después de que Peribán fue liberado, la mayoría de los grupos de autodefensa continuaron su avance a través de las comunidades hacia los Reyes, sin embargo algunas autodefensas que no eran de la comunidad continuaron lado a lado de los miembros de Peribán para asistirlos en las estrategias siguientes de liberación de propiedad, identificación de punteros y miembros del cártel inmersos aun en la comunidad y establecer así una estrategia de defensa a largo plazo. Ésta es la cara del movimiento basado en la comunidad que es la columna vertebral del movimiento comunitario.

Junto con la construcción de barricadas de sacos de arena como puntos de control en varios sitios de la ciudad de Peribán, los comunitarios han llevado a cabo operaciones al estilo de guerrilla para liberar casas, negocios y propiedad bajo control templario. Las propiedades que fueron arrebatas a los templarios les fueron devueltas a sus dueños originales. Las propiedades bajo control templario sin un dueño original, fueron expropiadas por los grupos de autodefensas y están entrando en un proceso de distribución colectiva. Una gran cantidad de vehículos y la mayoría de las armas usadas por los comunitarios han sido expropiadas de los templarios. La estrategia final de limpieza utilizada por los comunitarios ha sido liberar a los huertos de aguacate que rodean a Peribán del control templario. Los constantes viajes, día a día a las montañas que rodean la ciudad y a los huertos para cazar a los templarios y a sus guaridas, que yo presencié han sido muy meticulosos, intensos, y también muy efectivos. El pueblo de Peribán coincide en que su comunidad es hoy mucho más segura, como no lo había sido en mucho tiempo.

El principal recurso natural de Peribán es el aguacate. El «oro verde», como los Michoacanos le llaman al aguacate, es una industria multimillonaria que se exporta principalmente al resto de México, Estados Unidos y Canadá. Sin saberlo, la mayoría de los consumidores norteamericanos de licuados de aguacate y guacamole han estado consumiendo las exportaciones de los Caballeros Templarios que en su proceso de dominación territorial han tomado el control de varios aspectos de la industria del aguacate. Terratenientes, cortadores de aguacate, transportistas, revendedores y empaquetadores fueron todos forzados a pagar una protección mensual a los templarios. No pagar implica que serás torturado. No pagar nuevamente implica que tu familia será asesinada enfrente de ti, y no pagar una vez más implica tu asesinato. Esta es la manera en la que los templarios han dominado absolutamente las ganancias de los cultivadores y exportadores de aguacate y con el tiempo se han apropiado de varias facetas de esta industria. Hoy día los comunitarios de Peribán han liberado a los huertos de aguacate, liberando así a la industria misma. Los ciudadanos de Peribán que dependen de la industria del aguacate para su sobrevivencia básica muestran su aprecio a través de la solidaridad y el financiamiento directo del movimiento comunitario.

Los comunitarios de Peribán mantienen un elemento intergeneracional que se ha perdido en la mayoría de las comunidades mestizas mexicanas. Viejos y jóvenes han colaborado unos con otros para crear los equipos de autodefensa y que son muy respetados por los miembros de la comunidad. También conocí a tres jóvenes que no son de la comunidad pero que han decidido involucrarse en Peribán por un largo tiempo. Sus edades están entre los 18 y 25 años. Ellos han estado en el frente de batalla por su auto defensa por un poco más de un año y ya se han vuelto expertos en seguridad y en cazar y asesinar templarios. Estos tres jóvenes me dejaron la grata impresión de que a pesar del hecho que han perdido amigos y familiares y se han vuelto en expertos y respetados asesinos, no han perdido su humanidad. ¿Cómo alguien vive esas cosas y no pierde su sentido de humanidad? Esta es una cualidad que raramente encontraremos en jóvenes armados con rifles de asalto.

Los jóvenes y viejos de Peribán legitimaron el liderazgo informal en el campo de batalla de estos tres extremadamente humildes, respetuosos y dignos jóvenes. Junto con éstos jóvenes, los ancianos y jóvenes de Peribán emplearon una estrategia de seguridad que en la mañana del 4 de febrero comprobó ser extremadamente efectiva. Alrededor de las tres de la mañana, un grupo de fuerzas altamente entrenadas de los Caballeros Templarios llegaron a Peribán a través de los campos de aguacate, ubicados en una esquina del pueblo, y abrieron fuego a tres de las cuatro diferente barricadas comunitarias. Los comunitarios respondieron al fuego y se mantuvieron firmes en sus puestos. Nadie de su lado fue herido, pero dos templarios murieron en el tiroteo. Al día siguiente los comunitarios peinaron los campos aledaños al pueblo, y encontraron evidencia de la presencia de grandes grupos de fuerzas templarías especializadas. Las huellas de botas militares se veían a simple vista, así como lugares de descanso que incluían árboles de plátanos talados y puestos en el suelo a modo de camas. Entre las 2:00 y 2:20 de la madrugada de Marzo 27, 2014 se registro una segunda balacera en la comunidad de Peribán, Michoacán. Una camioneta disparo contra una barricada cerca del centro de la ciudad. Al darse a la fuga la camioneta fue perseguida por patrullas del grupo de autodefensas en todas las barricadas. En ese momento se registro otra balacera en contra de otras dos barricadas que están mas a las orillas del pueblo. Se reporto saldo blanco por parte de los comunitarios. En las dos ocasiones los comunitarios lograron defenderse y defender a su pueblo de un avance narco-paramilitar en su comunidad. Las fuerzas templarías estaban claramente utilizando tácticas guerrilleras en estas dos incursiones a la comunidad. El hecho de que ancianos, mayores, y jóvenes comunitarios fueran capaces de resguardarse de estos ataques profesionales, y proteger a su comunidad de lo que bien pudo haber sido una masacre, es también un hecho histórico e increíble. Este dos ataques nunca fueron mencionados en alguno de los medios comerciales.

EL 27 de febrero de 2014, un mes después del levantamiento de Peribán, los comunitarios organizaron una asamblea general en el centro del pueblo y eligieron a un consejo ciudadano de autodefensa como un cuerpo de seguridad reconocido y avalado por la comunidad. Esto es un primer paso en no solamente ver por la auto-defensa y seguridad de la comunidad, sino también el futuro de Peribán con el fin de que nunca vuelvan a caer en las manos de ningún cartel u organización criminal. Uno de los comunitarios mayores me dice «necesitamos averiguar como retomar el control comunitario de la industria del aguacate. Necesitamos ser capaces de desarrollar pequeñas empresas que puedan procesar y comercializar los productos del aguacate a un nivel nacional e internacional. No podemos volver a las empresas transnacionales quedándose con todas las ganancias de la industria del aguacate y excluyéndonos del fruto de nuestro trabajo. No necesitamos programas gubernamentales, no necesitamos partidos políticos, y no necesitamos cárteles. Lo que necesitamos es ser libres y capaces de ganarnos la vida y proveer trabajo digno a nuestro jóvenes para que nunca estén tentados a involucrarse con el crimen organizado». Peribán puede ahora sumarse a la lista de comunidades en Michoacán donde se empieza a practicar formas alternativas de auto gobierno.

Pienso en los guerreros jóvenes y viejos de Peribán, y me doy cuenta que Peribán nos está enseñando al resto de nosotros una lección de vida. Nos están enseñando que aunque el mundo de los medios masivos comerciales, académicos, activistas no esté listo para entender y empatizar con su situación, la gente de Peribán es capaz y está dispuesta a hacer lo que sea necesario con el fin de generar un cambio en su realidad. Hay muchos lugares olvidados en este mundo que son desacreditados y estigmatizados como lugares sin esperanza, pero la gente de Peribán está ahora en el frente de batalla de las comunidades de todo el mundo que están activamente rompiendo la maldición de los lugares olvidados.